Destellos del alma

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Ahora que son las fiestas de grado y de fin de año escolar nos toca ver el nerviosismo para preparar la ceremonia con todo el protocolo. Ver a los adolescentes y a las adolescentes con vestidos formales y comportarse con seriedad y altura es muy gratificante para los educadores y papás. Sonríen, conversan en voz baja, se mantienen discretos y dignos. ¡Qué bueno sería que estos buenos modales no se limiten únicamente a las fiestas de grado! que no tenga que salir a relucir la otra cara de la moneda, la del vocabulario vulgar, groserías en el trato, algo tan lejos de un auténtico caballero o de una auténtica dama. Las formas sociales y de cortesía en el trato son una manifestación de inteligencia y dominio por las que se trasluce el alma espiritual. No podemos dejarnos arrebatar en aras de una pretendida sencillez y espontaneidad mal entendida, que cae en vulgaridad, falta de respeto a la dignidad del otro. Saber saludar, no invadir el espacio de intimidad de las personas, saber contestar el teléfono, atender y escuchar, no comer con la boca llena, ceder el paso y otras muchas atenciones que se aprenden en familia constituyen un tesoro de humanismo imperecedero.