De carne, hueso y...

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

¿Sabes a quién me refiero? Vamos a jugar un poco a las adivinanzas. ¿quiénes son los hombres que viven con el corazón en el cielo y los pies bien puestos sobre la tierra? ¡Los santos! Efectivamente, esos hombres y mujeres más buenos que el pan.
¡Los santos! No de hornacinas o mármoles relucientes, cabecitas encendidas de aureolas, sino santitos a nuestra estatura. Y estos por supuesto que los hay. Los hay a montones, a raudales. Si algún día te encuentras el DNI de algún santo, verás que tiene una sonrisa de Colgate. Ya lo decía la Santa: “Un santo triste es un triste santo” La huella dactilar tendrá algunas manchas de sangre o de sudor, porque la santidad cuesta su plata. Si te fijas bien, aparecerá un apodo. El apodo del santo es la felicidad. Nunca encontrarás a un santo triste. Los santos saben sonreír, bromear, jugar y reírse. Sí, es verdad que tienen un corazón que no les cabe en el pecho y que sube hasta el cielo, pero no cabe duda que saben pisar firmemente en la tierra. “La santidad no es privilegio de unos cuantos” repetía a menudo la madre Teresa de Calcuta, es el verdadero ideal de la vida.
Son hombres y mujeres como los demás, con sus luchas y sus caídas. Son de carne, hueso y...