Como un huérfano

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Me encontré a un niño que usaba un pantalón de hombre, que no era de su padre, y llevaba una camisa de mujer, que no era de su madre. Algunas personas caritativas le habían socorrido con harapos, y sin embargo, tenía un padre y una madre, pero el padre no pensaba en él, ni su madre le amaba. Era uno de esos muchachos de la calle dignos de lástima entre todos los que tienen padre y madre y son, a pesar suyos, huérfanos. Estos niños se pasan la vida en la calle y con los amigos. El empedrado es menos duro que el corazón de su madre. Lo arrojaron al mundo de un puntapié y no tuvo de otra que aprender a volar por sí mismo en la vida. Este chico iba, venía, cantaba, jugaba, robaba, fastidiaba, mendigaba y toda la gente le llamaba granuja, bribón, gamín, pilluelo. Cuando estos niños se hacen hombres, casi siempre la rueda del orden social los alcanza y los tritura, pero mientras son muchachos se escapan porque son pequeños. Existen muchas formas de miseria, pero ninguna tan cruel como la de ver padecer a un niño. Hay tantas personas que les gustaría hacer el bien y no saben que existen miles de orfanatos que les esperan, cientos de niños de la calle que esperan una mano amiga que los rescate de la ignorancia y de la muerte.