Cadena de milagros

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Que Dios se ocupa de los más pequeños, de los más desamparados, es un hecho. El milagro que les voy a contar es uno de tantos que se realizan cada día. Se trata de una joven inquieta, de buena familia que cayó en la telaraña de la droga desde su adolescencia. Me ahorro todos los desmanes que esto conlleva, hasta que llegando al límite de lo soportable, tuvo que verse segregada de los suyos. Vivía en la calle, entre hombre sin sentido, como ella. Le robaron el fruto de sus entrañas sin saber su paradero. Le bastaba cualquier cosa para drogarse. Y estando al borde de la muerte, sin pelo su cabeza y su piel pegada a los huesos, escuchó que el Papa Juan Pablo II había muerto. ¡Cuánta tristeza experimentó en ese momento! Se sintió desamparada de un padre que aunque lejos, era su única joya en el alhajero de su corazón. Volvió a ver su vida entera de golpe, y sacando unas fuerzas que jamás tuvo, dijo: ¡No más de esto! El milagro se había realizado. Ha pasado año y medio que sobrevive vendiendo galletas y ayudando a sus compañeros. Obtiene cada día lo necesario para vivir y Dios es quien la cuida. Se liberó de las cadenas de la droga sin pasar por terapias o encierros.