Zapatos de charol

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Un apreciado amigo, excelente instructor de hípica, me decía que para ser feliz en la vida hay que concebirla como las vías del tren. Debe existir correspondencia entre lo que eres y tienes, con lo que puedes y pretendes. Si logras armonizar este binomio serás dichoso porque te verás libre de estar fingiendo ser lo que en verdad no eres, de darte una vida que está fuera de tu alcance o de realizar gastos superfluos que comprometen tu futuro sin necesidad, pues en definitiva, lo que realmente procura la felicidad, no cuesta dinero.  Nada como tener francas amistades. Nada como sentirse satisfecho del propio trabajo y de ganarse la vida honradamente. La felicidad nace cuando se acepta con sencillez aquello que somos y poseemos. Por el contrario, “quien con lo ajeno se viste, en la calle lo desvisten” Recuerden que la riqueza y la pobreza no se pueden ocultar ni esconder. Por eso es mejor no andar con zapatos de charol y calcetines de dril.  Pero no todo es presunción, los hay también derrochadores compulsivos que no saben lo que es ahorrar o administrar. Me recuerdan a los andaluces que en las ferias de Jerez, “apenas tienen dos, y ya gastan tres”.