Sentir a Dios

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín


Con Dios suele pasarnos como con el aire. Todos sabemos que existe. Nadie le ha visto ni tocado, pero nadie puede vivir sin el aire. Cinco minutos sin respirar y moriríamos. Sólo de vez en cuando oímos y sentimos al aire. Como fuerte vendaval o como suave brisa.

Dios es inmaterial, es espíritu puro. Estamos incapacitados, mientras vivimos, para ver a Dios. Nos pasa a los mortales como al ciego de nacimiento que está incapacitado para ver y menos conocer los colores, por muchas explicaciones que se le dé.

Es una inútil pretensión para cualquier humano, afanarse por ver, tocar, entender a Dios. Sólo podemos aspirar a oír y sentir a Dios, tanto dentro como fuera de nosotros mismos.

De mil modos y maneras podemos sentir a Dios. En la naturaleza, en el macrocosmos, en el microcosmos, en la propia conciencia, en el amor de y a los demás, en el silencio de la oración y contemplación, en la lectura de la Biblia, el Evangelio o un buen libro, en una plática, en una visita al sagrario o a una persona enferma o necesitada etcétera.

Lo más importante no es sentir a Dios, sino buscar a Dios hasta encontrarnos con Él. Sólo entonces se experimenta la verdad de la frase de Sta Teresa. : ¡SÓLO DIOS BASTA¡