La Iglesia y los medios de comunicación

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín

 

 


Resulta más que una obviedad afirmar el poder de los medios de comunicación social en la sociedad actual española. Cabría afirmar que el verdadero poder reside no tanto en el Parlamento de la nación, cuanto en el de los diversos medios, apodado el cuarto poder.

Para la Iglesia católica, resulta cuestión de vida o muerte el uso, presencia, propiedad e influencia de la misma en los diversos medios. Su prioritaria misión de trasmitir el Evangelio a todas las partes y a todos los ámbitos de la vida y de la sociedad, hoy día, no se concibe sin “ la predicación desde las terrazas” -según el dicho de Jesús- de su mensaje salvífico. 

Es algo indiscutible que para que el mal avance en el mundo sólo se necesita el silencio de los buenos. Los católicos, pues, han de cobrar conciencia de su responsabilidad actual y por medio de ellos tratar que el Evangelio, la enseñanza de la Iglesia y los testimonios de vida, se hagan presentes en el mundo, no sólo allí donde haya católicos comprometidos, sino también apoyando todos aquellos esfuerzos de la Jerarquía por conseguir medios propios, que gocen de total independencia y así contrarrestar el influjo del mal.

Bien lo han entendido así los enemigos de Dios y de su Iglesia, del bien y de la paz universales, que luchan denodadamente por lograr su máximo influjo a través de su constante propaganda mediática.

La Iglesia católica española-según su propia confesión- ha perdido ocasiones muy buenas de hacerse presente en la sociedad, con la venta del diario YA y su cadena de diarios de la Cadena EDICA.

Sigue influyente, fuerte y competitiva en el mundo de la radio con la cadena COPE.

En el campo televisivo hace sus esfuerzos para que la televisión de la Iglesia, conectada a la de madre Angélica, junto con algunos canales diocesanos, llegue a implantarse en nuestra patria.

Donde la Jerarquía habrá de hacer el mayor esfuerzo, será al potenciar su presencia en la Red de redes o Internet y no dejar la providencial oportunidad que la ciencia y la técnica le ofrecen, para difundir su mensaje evangélico y así cumplir el mandato de su divino fundador.

Muchos sacerdotes y seglares comprometidos tienen la oportunidad de salir a la palestra y demostrar con su participación que la Iglesia sigue viva más que nunca allí donde se ventilan los problemas de la vida.