La Biblia y los creyentes

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín


La lectura, reflexión y meditación de la Biblia es el alimento espiritual indispensable para todo creyente.

Una de las más notables y frecuentes incoherencias -entre otras muchas- de los creyentes, se da respecto al uso y lectura de la Biblia.

La mayoría de ellos están convencidos de que la Biblia es el libro de los libros por excelencia. El más difundido y traducido a miles de lenguas en todo el mundo. El libro que encierra, condensada, la sabiduría e incluso la belleza literaria mayor de todos los siglos. Están también convencidos de que es "la Palabra de Dios", intemporal, eterna y revelada, que se ofrece como camino de salvación para todos los hombres de cualquier condición, raza, tiempo, lugar y cultura que sean. Creen que en ella está claramente expresada la voluntad divina, el camino que hay que seguir para agradar a DIOS en la vida presente y para hallarle en la futura. Que la Biblia es la fuente de felicidad y perenne alegría que ha consolado, fortalecido y santificado a millones de personas a lo largo de los siglos y en las circunstancias más adversas. Que ningún otro libro -por importante que sea- se puede comparar a este singular, sublime y superior libro que ha obrado y sigue obrando conversiones maravillosas. Que millones de personas han encontrado en este libro el pleno sentido de sus vidas y el consuelo y paz que buscaban inútilmente por otros derroteros.

En fin, pocos dudarían de colocar en lugar preeminente y prioritario, entre todos los escritos salidos de la mano, corazón e inteligencia del hombre, la Sagrada Biblia...

Y es aquí, precisamente, donde la mayoría de los creyentes muestran su palpable incoherencia entre lo que dicen creer y lo que practican. Todos recuerdan la contundente frase de Jesús:"No sólo de pan vive el Hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios".

Es decir que la lectura, reflexión y meditación de la Biblia es el alimento espiritual indispensable para todo creyente.

No puede haber vida en el alma sin la Palabra de Dios, acogida, saboreada y hecha carne propia como María, la madre de Jesús.

Quien se encuentra con la Biblia, en definitiva, se encuentra con Dios, que le sale al encuentro.

Ahora bien, si tantos creyentes -practicantes o no- están convencidos de lo anterior, les formulo unos interrogantes lógicos, cuya respuestas sincera dejo a cada persona.

-¿Por qué no hacer de la Biblia, el libro de cabecera, el libro de lectura obligada y alimento diario para cada creyente durante toda su vida?.

-¿Por qué no saborear sin prisas, la carta -cada día distinta- que nuestro Padre Dios nos manda a todos sus hijos para conducirnos hasta Él por el camino seguro?.

-¿ Por qué no buscar en la Biblia, tomada con fe y previa oración -abierta por cualquier parte- la respuesta personal de Dios a tantos problemas, angustias y preocupaciones de nuestra existencia?.

-Si en este empeño y en el contacto con la Palabra de Dios, encuentras algo que no entiendes, cuyo sentido se te escapa o quisieras conocer en profundidad, sería la ocasión de acudir a alguien -algún experto dentro de la comunidad eclesial- que te lo pudiese aclarar.

No quiero abrumarte. Haz la prueba. Busca en la Biblia lo que necesitas. ¡HAZ ESTO Y VIVIRÀS¡ Nota : Todo lo anteriormente dicho y escrito vale no sólo para los creyentes -practicantes o no- sino para toda persona que trata de buscar a Dios, de encontrar sentido a su vida, o de encontrar paz, consuelo, esperanza y alegría en medio de los avatares de su vida terrena.

¡Que haga la prueba y no se arrepentirá¡. ¡¡ MERECE LA PENA ¡¡