Jóvenes y la religión

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín


Profunda y grave preocupación han causado, en el estamento clerical español, los resultados de la encuesta a los jóvenes españoles llevada a cabo por la Fundación Sta María. 

En ella aparece que “sólo el 12 % de los jóvenes católicos españoles van a misa dominical y sólo el 5% siguen la doctrina de la Iglesia sobre sexualidad”.

Estos datos, poco halagüeños, se prestan a una seria reflexión por parte de los responsables de la pastoral juvenil de la Iglesia española.

No es de recibo, por más tiempo, seguir adelante, como si tal cosa, con una venda en los ojos. Se ha de admitir, por doloroso que resulte a muchos, que la juventud católica española –bautizados, confirmados y primo comulgantes - ha desertado en términos generales, de la práctica religiosa y de la orientación sexual impartida por la Iglesia. 



A la luz de esta desagradable realidad, es necesario formularse unos interrogantes, cuya respuesta incumbe, principal, pero no exclusivamente, a todos los responsables –(padres, educadores, pastores)- católicos.

He aquí, a modo de ejemplo y sin afán exhaustivo, algunas preguntas necesarias:


-¿Está ciertamente obsoleta la Iglesia con sus exigencias morales a los jóvenes actuales?.

-¿Habrá que proponer algunas “rebajas” en la moral sexual, o en el precepto dominical, en consonancia y atención con los deseos de los jóvenes actuales?.

-¿Quiénes tienen, además de la Iglesia, la responsabilidad última de esta situación?.

-¿Cuál tiene que ser la actitud más conveniente de la Iglesia en su trato y pastoral juvenil?.

-¿Qué factores negativos siguen marcando-fuera y dentro de la Iglesia- la deserción de los jóvenes de la práctica religiosa exigible a todo buen católico?.

-¿Se puede eximir de responsabilidad directa o indirecta a los propios jóvenes en esta postura?

-¿Qué próximo futuro aguarda a la entera comunidad cristiana española, con estos datos negativos de su juventud actual?.


De tomarse bien en serio estos datos de la encuesta; de la actitud autocrítica de la Iglesia; de encontrar, entre todos –incluyendo los propios jóvenes- una viable solución, proporcionando los medios indispensables para que se obre un viraje de 180 grados, cabría, por difícil que parezca, un futuro no tan pesimista como algunos han pronosticado para la Iglesia católica española.

¡Dios lo quiera y propicie para el bien de todos¡.