Bienes de la crisis

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

Todos los españoles, con los demás europeos, estamos atravesando tiempos malos de crisis persistente. Estamos en un negro túnel y no se ve la luz ni la salida. En muchos cunde el desánimo. Otros, más optimistas, se animan con los dichos de siempre, que se repiten con mayor o menor consciencia, como consuelo o paliativo del mal presente o futuro que nos espera: “No hay bien ni mal que cien años dure”. “A grandes males, grandes remedios”. “No hay mal que por bien no venga”  

 

Crisis material y crisis espiritual.

 

Es evidente que  la crisis económica trae males, como son el desempleo, el paro, dramas familiares, quiebras, aumento de la delincuencia, tensiones sociales, etc., pero también trae bienes. El cristiano debe saber encontrar el bien de un mal, hay que aprender de la adversidad. No es tanto la crisis económica la que más debería preocuparnos, sino la grave y crónica crisis espiritual. De las crisis económicas se sale antes o después, es sólo cuestión de tiempo, pero salir de una crisis de los valores espirituales es mucho más complicado. Quizá la crisis económica ayude a muchos  a salir de su propia crisis espiritual.

 

Bienes de la crisis:

 

- Tornar a Dios. El hombre suele olvidarse de Dios en medio de un gran bienestar material; el materialista tiende al ateísmo. En épocas de necesidades y adversidad hay más religiosidad (posguerra, Edad Media, etc.). Jesucristo hizo esta advertencia a los ricos: "Más fácil es el pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos" (Mt 19,24).

 

- Menos consumismo.

Menos consumismo y por contra más moderación y austeridad. Cuando a la gente le falta el dinero, suprime gastos superfluos y se concentra en lo verdaderamente necesario (comer, vestir, etc.).

 

- Menos egoísmo.

En los tiempos más difíciles se producen admirables muestras de cooperación entre los hombres. Los voluntarios de Cáritas son testigos de la solidaridad, generosidad y entrega de bienes de los pudientes hacia los necesitados.

 

- Falta de confianza en los bienes materiales.

Esta crisis debe hacernos ver cuán fugaces son los bienes materiales y que no podemos poner nuestra confianza en ellos. ¡Ay del  hombre   que pone su confianza en el dinero¡ Hay que entender que esos bienes son un medio, nunca  un fin.

 

- Bajada drástica del precio de la vivienda.

Una de las más importantes ventajas de la crisis económica e inmobiliaria será que el precio de los pisos bajará, no un 7% sino un 50% ó más. Mucha gente quisiera comprar un piso donde vivir, pero o bien directamente no puede por su precio exagerado o bien tiene que hipotecarse de por vida, lo cual es una injusticia. Ya iba siendo hora de que las aguas volvieran a su cauce y se terminase el abuso de la especulación inmobiliaria, que ha hecho que el precio de la vivienda aumentase en 15 años un 225%. El bien común de los españoles está antes que los intereses particulares de las grandes inmobiliarias, de los bancos o de los especuladores privados, y por eso poco nos debe importar que se les acabe su abusivo negocio. Tanto han tirado de la cuerda que al final la cuerda se ha roto.

- Descenso del número de divorcios.

Esto ha sido hasta publicado en algunos medios. Muchos matrimonios, que en otras circunstancias no habrían dudado en divorciarse, ahora no pueden hacerlo por motivos económicos: al divorciarse los gastos aumentan. Muchos matrimonios tendrán que aprender a entenderse y se unirán más, ante los tiempos difíciles.

 

- Descenso de los vicios y adicciones.

Menos dinero en el bolsillo se traduce en menos consumo de alcohol y tabaco, menos prostitución, menos golfería, con los consiguientes beneficios para cuerpo y alma. Esto está en relación con el consumismo que comentaba antes.

 

- Bajada de los precios.

Al caer en picado el consumo, los precios tienen que bajar, si es que los negocios quieren sobrevivir. Un ejemplo: un café en la cafetería ha llegado a costar 1,20 euros (200 ptas.), cuando antes del euro costaba 100 ptas. Algunas empresas y negocios se habían subido a la parra, y ahora tendrán que bajarse. Es hora de aprender a tener menos avaricia y de conformarse con menos ganancias. Será una de las grandes lecciones de la crisis.

 

- Replanteamiento económico, empresarial y bancario.

La crisis ha venido por un exceso de avaricia de los políticos, de las empresas, de la banca y de los inversores. No se conformaban con los millones que ganaban y han ordeñado demasiado la vaca (las clases medias). Ahora la clase media, exprimida e hipotecada, ya no puede consumir. Ni siquiera los "expertos" en economía han podido evitar la crisis. Que  sirva esta crisis a sus causantes para hacer examen de conciencia. Tienen que renunciar a la avaricia desmedida, a la "cultura del pelotazo", a ese afán por obtener el máximo beneficio al menor costo. Menos avaricia, y más solidaridad.