Vanidad de las riquezas

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

Quien se pone en contacto con la Palabra de Dios, en los Salmos del A.T.,
además de orar de la mejor manera grata y revelada por el Señor, tiene la
oportunidad de constatar cómo la Sabiduría divina, le habla con un lenguaje
único e intemporal, que le penetra como espada de doble filo, hasta lo
más íntimo de su ser y hasta las coyunturas de su alma. Ninguna escritura
humana se le puede comparar. He aquí, a modo de ejemplo, lo que dice el
Salmo 48 sobre el tema de las riquezas: "Oíd esto, todas las naciones,
oídlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres; mi boca
hablará sabiamente y serán muy sensatas mis sentencias. ¿Por qué habré de
temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que
confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede
salvarse ni dar a Dios un rescate?.Es tan caro el rescate de la vida, que
nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. Mirad: los
sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus
riquezas a extraños. El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en
edad, aunque hayan dado nombre a países. El hombre no perdura en la
opulencia., sino que perece como los animales. Este es el camino para los
confiados, el destino de los hombres satisfechos, son un rebaño para el
abismo, la muerte es su pastor, y bajan derechos a la tumba; se desvanece su
figura y el abismo es su casa. Pero a mí, Dios me salva, me saca de las
garras del abismo y me lleva consigo. No te preocupes si se enriquece un
hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera no se llevará nada, su
fasto no bajará con él. Aunque en vida se felicitaban: " -Ponderan lo bien
que lo pasas"-irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconciente, es como un animal que perece". Nada más ni en
extensión ni en belleza literaria, ni en realismo práctico,cabría añadirse,
sino rubricar la palabra de Dios con la de su Hijo Jesús cuando nos dice en
su evangelio: "Atesorad tesoros en el cielo"