Vivir una vida nueva, tras el perdón de Dios (II)

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín   

 

 

Sí, lo tenías muy claro. Tras aquel momento inolvidable del perdón de Dios, de la paz que inundó tu alma, del llanto incontenible al comulgar y del gozo que te desbordaba, ibas a iniciar una nueva etapa en tu vida. “Ni un paso atrás, ni para tomar impulso”. La cosa iba entre Jesús y tú. Pronto presentiste que ya no ibas a estar solo nunca más. Así ha sido, en verdad, pero también es cierto, que nunca entonces pensaste lo difícil y costoso que te iba a suponer cumplir lo prometido. Tu vida de familia, de amistades, de relación de trabajo, estudio y diversión iba a ser la misma de siempre. Te ibas dando cuenta, día a día lo duro y difícil que era mantenerse en pie, contracorriente, en un ambiente tan poco propicio para vivir cristianamente, en gracia de Dios y unión con el Señor. Vivías inmerso en un mundo materialista y en una sociedad consumista, que nada te aportaban para tu vida cristiana. Notaste la necesidad que tenías de rezar con más intensidad, fervor y asiduidad que nunca. Tus fuerzas flaqueaban, eran pocas y limitadas. No faltaron las luchas, tentaciones, esporádicas caídas y peligros de todo tipo Menos mal que, aunque con altibajos, pudiste evitar lo peor, volver a tu pasada vida.
Los sacramentos del perdón y de la eucaristía, la lectura asidua del Evangelio y la devoción a la Virgen, te ayudaron a vivir contra corriente. Pero, sin duda, la ayuda decisiva, fue aquel retiro de fin de semana, que con otros jóvenes de tu parroquia realizaste, apartado del mundanal ruido y en el que te comprometiste con un grupo de jóvenes de ambos sexos a darte a los demás y trabajar en favor de los más pobres.
Aquella fue la tabla de salvación para consolidar tu fe adulta, comprometer tu vida con la joven de tu grupo parroquial, que Dios puso en tu camino y con la que soñaste sería tu esposa para siempre y la madre de tus hijos.
Poco a poco maduraste en tu fe, valoraste tu pertenencia a la Iglesia católica, te ayudó mucho un cursillo sobre la Biblia y tuviste la ayuda inestimable de los sacramentos del perdón y de la eucaristía. Sin ellos, no hubieras ido muy lejos en tu vida cristiana y hubieras vuelto, más pronto o más tarde, a tu mediocre vida de cristiano bautizado y no convertido (Continuará)