La fe de nuestros políticos

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

Intento vano y poco menos que imposible, tratar de entrar en el santuario sagrado de la conciencia de las personas, para conocer y valorar su grado de fe. Sólo Dios, que no juzga por las apariencias, como los humanos, es el único juez capaz de escudriñar los abismos insondables que esconde el corazón humano, cuya realidad más íntima escapa a toda ciencia e inteligencia humanas.
En este, como en tantos otros terrenos del saber, nos topamos de bruces, con el misterio más grande y absoluto, que nos impide dar un juicio de valor, sobre los seres humanos y mucho más, sobre la casta política que nos gobierna. Sin pretensiones de ningún tipo y desde la perspectiva superficial de lo meramente sensorial, tengo el atrevimiento de dar mi opinión sobre las apariencias, presencias y comparecencias públicas de los políticos, referentes a su fe o carencia de la misma.
La mediocridad vergonzante ha sido y es la nota principal. Ni se conocen destacados increyentes, ateos o agnósticos, ni tampoco valientes confesores de la fe cristiana-católica. No es el caso de citar a personas concretas. Lo más obvio es fijarse en los dos grupos mayoritarios de derechas y de izquierdas, que en el aspecto religioso, pasan desapercibidos y camuflan su verdadera identidad a un credo o confesión religiosa.
Si exceptuamos casos muy concretos, la verdad es que, la alusión en el Parlamento a Dios o a su Iglesia, o a cualquier confesión religiosa, no es motivo de controversia. Sencillamente se pasa de ello o se considera políticamente incorrecto.