Sed felices. No pequeis

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

Tal como lo has leído, así es y así suena. Este es el saludo insólito con
que se despide un programa vespertino de la Cope. Extraña por cierto, en el
panorama general de los medios, más bien anodinos y superficiales, oír tal
recomendación que encierra, al menos para los creyentes, la gran verdad que
se deriva de la fe en Dios y su Cristo.

La felicidad. He aquí el objetivo principal buscado consciente o
inconscientemente, por la inmensa mayoría de los mortales. El alcanzarla o
no, ya depende de lo que cada persona entienda por felicidad. Los cristianos
entendemos por tal, la paz interior de la conciencia y el saber que somos
objeto del amor infinito de Dios nuestro Padre bueno, al tener la
certidumbre de que obramos siempre haciendo el bien, y cumpliendo su santa
voluntad expresada, en sus mandamientos.

Para un cristiano es algo opuesto la paz de Dios y el pecado personal
grave. Nada más fuerte se opone tan directo a la paz interior, que el vivir
habitualmente en pecado mortal La voz de la conciencia no es otra cosa que
la voz insistente e inquisidora de Dios, que pregunta tras las acciones
malas cometidas con lucidez y plena voluntad: "¿Qúe has hecho, por qué te
escondes, por qué has desobedecido?". Mal camino es buscar excusas. Lo suyo
es reconocer el mal hecho y pedir perdón a quien lo sabe todo y nada se le
oculta. Excelente recomendación la del locutor radiofónico, deseando a la
audiencia que traten de ser felices, pero sin pecar.