Hagase Tu voluntad en la tierra...

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

Esta petición del Padre nuestro, la oración más sublime que rezamos los
cristinos desde pequeños, enseñada por Jesús a sus apóstoles, es la clave,
el pilar y fundamento de toda vida cristiana y de la santidad. Miles de
veces, a lo largo de la vida, la hemos repetido todos, con mayor o menor
conciencia de lo que decían nuestros labios.

Con todo y con eso, creo que su profundo contenido y significado, aún no ha
calado en la vida de oración y de fe de la mayor parte de los cristianos.
Ante todo, esta oración no es una fórmula mágica para lograr que Dios
cambie sus planes sobre el mundo o las personas; sino para que los que
cambiemos-¡difícil de entender¡- seamos nosotros. El sabe mejor que nadie lo
que nos conviene para que seamos felices. Sólo lo seremos, si nos fiamos
totalmente de él y ponemos nuestra libertad en sus manos. Sin olvidar que
Dios, además de infinitamente sabio, es también todopoderoso, capaz de
sacar bien del mal o desgracias que nos acaecen en la vida.

Muchos al rezar, se desaniman e incluso se enfadan con Dios, al no lograr
lo que piden. Esto indica escasa fe o ignorancia de quién es el Absoluto,
el Ser infinito, Creador de todo lo visible e invisible, a quien, los seres
humanos, pequeños y limitados, nos atrevemos a llamar ¡Padre nuestro¡. Esto
sería una osadía incalificable si el mismo Hijo de Dios- Jesús- no nos lo
hubiese enseñado.

Nunca olvidemos que Dios, nuestro Padre, es infinitamente sabio y poderoso y
así la oración más bella, la más divina, nos dará la paz y alegría que
necesitamos. También nosotros podremos repetir con Sta.Teresa, ante los
eventos alegres o tristes que nos sucedan en la vida personal o global "Nada
te turbe, nada te espante. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza.
Quien tiene a Dios nada le falta. Solo Dios basta".