Hacia el desastre total

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín  

 

 

La Historia se repite. De mil modos, Dios ha hablado y habla al hombre de
todos los tiempos, descarriado, para que vuelva al buen camino. Con lenguaje
intemporal, habla a todos y en  todo tiempo. La respuesta es idéntica. Salmo
52. "Dice el necio para sí: "No hay Dios".Se han corrompido, cometiendo
execraciones, no hay quien obre el bien. Dios observa desde el cielo a los
hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato, que busque a Dios. Todos se
extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo.
Pero, ¿no aprenderán los malhechores, que devoran a mi pueblo como pan y no
invocan al Señor?.Pues temblarán de espanto, porque Dios esparce los huesos
del agresor y serán derrotados porque Dios los rechaza".

Dios no es ni puede ser indiferente ante el mal cometido libremente por su
creatura el hombre. El bien y el mal que éste hace, tarde o temprano, pasará
factura. He aquí lo que uno de los profetas de Israel,  Amós, frente a la
depravación del pueblo, decía en nombre de Dios:  "Mirad que llegan
días-oráculo del Señor-en que enviaré hambre a la tierra,  no hambre de pan,
ni sed de agua, sino de escuchar la Palabra del Señor. Irán vacilantes de
oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra del Señor y
no la encontrarán. En parte se está ya cumpliendo el oráculo de Amós.
Muchísima gente no se guía por la Palabra de Dios; no distingue el bien del
mal; por el relativismo imperante, llama bien al mal y viceversa. El
confusionismo más alarmante impera por doquier. Sólo los que oyen la Palabra
de Dios, caminan a la luz de Dios y viven felices.