Enamoramiento Divino y Humano

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín 

 

 

El enamoramiento se da no sólo entre  humanos, sino entre Dios y sus criaturas.

Dios, esencialmente, es amor (1Jn 4,8). Amor absoluto y total. Todas las criaturas son reflejo de su infinito amor y participan del mismo. Especialmente los seres racionales.

El amor es difusivo y comunicativo. La razón de nuestra existencia es el amor de Dios. Gracias a él nosotros somos,  nos movemos y existimos. 

AMOR DIVINO

Es una gozosa realidad el conocer, por divina revelación, la verdad que nos comunica  también el mismo evangelista cuando en uno de los párrafos más bellos de toda la S.E., nos dice: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna”. (Jn 3, 16-17). Dios, con ser Todopoderoso, por demostrarnos que nos ama, no puede hacer ya más que lo hecho. Su muestra  de amor ha sido, no con palabras, sino con hechos. Ha agotado todas las pruebas de su amor, al darnos a su propio Hijo Jesucristo. La Encarnación, es el misterio insondable del amor divino al hombre. Naturalmente, este amor divino exige correspondencia. El primer mandamiento de su Ley  es claro: Amar a Dios sobre todas las cosas. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”(Mt 22,37). Y Jesús exige amor al hombre: “El que ama a su padre o a su madre más que a Mi, no es digno de Mí”(Mt 10,37).

Este amor mutuo entre Dios y el hombre, se ha expresado de una manera humana poética y esponsorial en el A.T. con el libro revelado  del Cantar de los Cantares.

Dios como el esposo y la humanidad como la  esposa, se piropean, se buscan, se entregan mutuamente. Inigualable es la forma  poética, como el contenido amoroso de esta joya de la literatura universal. 

AMOR HUMANO

El amor a Dios es aquel con que hemos de corresponderle. Si Dios nos ha creado y redimido, por amor; si somos obra suya y nos ha amado primero:“En esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos ha amado primero”(1Jn 4,9) nos recuerda  el mismo Apóstol. Es pues lógico y natural que el amor humano tiende a corresponder y amar en consecuencia a Dios, fuente del Bien, de la Verdad, y del Amor. 

Ahora bien,  esta locura amorosa y esta atracción mutua la han experimentado y han participado de ella todos los santos y almas místicas. Por no ser demasiado prolijo citaré unas frases del gran apóstol S. Pablo cuando escribe:” Para mí todo el vivir es Cristo” y en otro pasaje “¿Quién me separará del amor de Cristo?..¿El hambre, la desnudez, la espada, la persecución, la muerte?.”  Para expresar todo el fuego de amor que ardía en su corazón de enamorado, lo compara a la gloria de este mundo y exclama convincente: “Todas las cosas materiales las considero basura comparadas con el amor de Cristo”. 

En mayor o menor grado este fenómeno amoroso se ha dado y se sigue dando en todas las almas que se han encontrado con Cristo. Por una parte Dios busca el amor humano y ha hecho maravillas con su Pasión, Muerte y Resurrección para demostrarnos que nos ama. Pero sobre todo al quedarse con nosotros hasta el fin de los siglos,   en el sacramento de la Eucaristía, ha sido el colmo del Amor de Dios al hombre, no del todo correspondido. 

Al ver el comportamiento de muchos cristianos, el Señor se queja en sus apariciones a almas santas como, Sta Margarita de Alacoque, cuando mostrándole su corazón punzado de espinas y sangrante, dijo: ”He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y de los cuales no recibe sino muestras de desamor e ingratitud”.  

Dichosa el alma que guiada por el E.Santo, ha descubierto este tesoro  oculto del amor infinito y misericordioso de nuestro Dios y trata de corresponderle, no sentimentalmente, que no lo pide Dios, sino apreciativamente, cumpliendo en todo y por todo su santa y adorable voluntad. La meta de toda persona cristiana es la plena identificación con Cristo en esta vida y en la otra, hasta poder decir sin alardes de ningún tipo como el gran Apóstol Pablo: “Mi vivir es Cristo”.