Ante la muerte

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín 

 

 

Nos sobrecoge a todos un sentimiento de impotencia, de fragilidad, de pequeñez, ante el hecho incontestable de la muerte, a la que sabemos nadie es ajeno. Instintivamente nuestra naturaleza nos lleva a rechazar lo que es evidente y a todos se nos impone, sin mucho razonamiento, la caducidad de nuestra condición humana.

Un filósofo existencialista llegó a definir al hombre como “el ser para la muerte”. Entre todos los animales, el hombre es el único que tiene conciencia de su finitud.

En esto sí que hay acuerdo absoluto, indiscutible y universal por parte de todos los humanos. Nadie en su sano juicio, de la cultura, edad, condición, y religión que sea niega la realidad de la muerte y de su propia muerte. Es la verdad más absoluta, muy por encima de cualquier otra. Y esta obviedad nos hace aceptar otras que no son menos convincentes. A saber:

Que estamos aquí de paso. Que nada material nos podremos llevar al más allá.

A los creyentes nuestra fe, apoyada en la revelación, nos dice que la muerte no es otra cosa que el encuentro con Dios. A los ateos les debería llevar a otra valiosa reflexión:

Amar a todos y hacer el bien, quizá no sea algo inútil. Merece la pena.