Mensajes de Dios

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín 

 

 

Para muchos creyentes Dios sigue comunicándose a través de los acontecimientos de cada día. El que Dios siga hablando al hombre actual, no es novedoso. Ya lo dijo su Hijo Jesús:”El que tenga oídos para oír que oiga”.Quizá para muchos sordos, el problema radica no en Dios, sino en ellos mismos. Hoy domingo, 9 de agosto, servidor ha recibido unos nítidos mensajes de arriba, que me han impactado. Por los medios corrientes y no creo que en exclusiva, Dios me ha dicho por boca de un torero, Enrique Ponce lo siguiente:”Ni mi madre ni Paloma me han visto jamás en la plaza. Mi mujer se queda en casa y reza sus novenas. Si está en Madrid , se va a Jesús de Medinaceli. Mientras yo, monto mi capilla en el hotel, donde tengo más de 200 imágenes. Lo hago despacio, las beso, las pido protección”.Por estas palabras de un creyente me ha dicho Dios la necesidad de contar con Él en las necesidades de la vida.

En el mismo medio leo las palabras de mi obispo y pastor, el cardenal Rouco. En la misa de sus bodas de oro sacerdotales, “lamenta el olvido de Dios, que sufre la sociedad actual y criticó que se le dé la espalda a los valores cristianos, en concreto al valor de la vida”.Me han calado dentro sus palabras y me identifico con ellas.En la misma página veo la foto de 17 religiosas clarisas que forman la comunidad del convento de Sta Cruz de Córdoba. Se enfrentan a un próximo cierre, por no poder hacer frente a las hipotecas del vetusto edificio que les acoge. La abadesa confiesa que si tienen para comer es gracias a los benefactores”.Pregunto si no habrá unas cuantas almas que en medio del derroche y de la abundancia quieran socorrer este problema real. Rezo y espero.

Unas páginas después, me entero del fulminante ataque y consiguiente muerte súbita, del capitán del Espanyol, Dany Jarque.Gran impacto y pena infinita. Lo tenía todo en la vida y en un instante, se ha quedado sin nada, desapareciendo de la escena de la vida. No necesito más mensajes de lo alto para quedar sobrecogido y hablar confiadamente con mi Padre Dios que tan claro me ha hablado hoy.