Depuralina Espiritual

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín   

 

 

Me ha sugerido este título un a nuncio repetitivo de cierta emisora, que varias veces al día nos recomienda a los oyentes la compra de un producto farmacéutico con toda clase de virtudes, para “limpiarnos por dentro, de los muchos desechos del propio organismo.

Pues qué bien. Limpiarnos por dentro. Eso es precisamente lo que tenemos gratuita y abundantemente a nuestro alcance, inventado por el médico divino de todos los hombres

pecadores y que no valoramos suficientemente.

Me estoy refiriendo, como el avispado lector ya ha intuido, a Jesucristo, el médico y restaurador divino de nuestra naturaleza humana enferma y manchada.

Nuestra alma limpia por el bautismo y la gracia de Dios, se contamina, enferma y pone en peligro de muerte, cuando la persona comete cualquier pecado mortal contra la Ley de Dios, en materia grave, con plena advertencia y voluntariedad.

Como pasa con el cuerpo que está sucio y manchado por dentro y no se nota ni se ve, a no ser por los efectos tóxicos y perniciosos producidos en el mismo, así pasa igualmente en el alma, al pecar. No se notan, externamente, los efectos del pecado, pero ahí dentro permanecen, hasta que se toma el remedio infalible recetado por el Medico divino, es decir, el sacramento de la confesión.

Basta un sencillo acto de acercarse a cualquier sacerdote con fe y con el debido dolor, arrepentimiento y propósito de enmienda de nuestras culpas y debilidades, y tras la absolución del ministro de Dios, para quedar purificados de todas nuestras miserias y pecados. No hay remedio mejor para limpiarnos por dentro, que este sacramento.

Obremos, en consecuencia, con el mismo interés del que compra su depuralina en la farmacia, para su limpieza corporal.