Insignificancia humana

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín

 

 

Según el último estudio del CIS-(Centro de Estudios Sociológicos)- “ocho de cada diez españoles se declaran católicos, pero sólo dos acuden a misa”. He aquí un dato objetivo y bastante fiable del estado religioso de los españoles.

Es bastante frecuente oír de labios de muchos el tópico: “Soy creyente, pero no practicante”. No sé si será a modo de excusa a la propia indolencia o justificación del habitual proceder, el caso es que no es de recibo tal expresión, por muy sincera que parezca, para un católico auténtico. 

Si uno de los deberes principales como el de “oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” es descuidado y preterido tan llamativamente, no cabe esperar gran cosa del catolicismo patrio.

Es verdad que siempre habrá disculpas para no intranquilizarse en demasía: No me dice nada la misa. Me aburro en ella. En todas partes puedo encontrar a Dios . No necesito la misa para ser buena persona. Ya oí demasiadas misas de pequeño etc. Tales disculpas no admiten el más ligero análisis, cosa que no procede ahora. 

Lo que cabe afirmar, sin miedo a error, es que tal proceder es de lo más incoherente. En efecto: ¿Qué decir de uno que se dice deportista, pero nunca practica deporte alguno?. Lo mínimo que cabe pedir a un católico, es que sea coherente y no trate de separar su fe de la práctica de la misma.

Si la eucaristía es el centro y cúlmen de la vida de todo cristiano, quien no participa en la misma, él se coloca al margen de la misma y se priva de la ayuda sobrenatural que de ella procede. No puede darse verdadero católico sino ama y frecuenta la eucaristía.