La gran carencia

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín   

 

Al hombre actual no le falta de nada, pero carece de lo principal. Esta afirmación podría ser el título de una sencilla tesis doctoral, que reflejase el comportamiento y experiencia de muchas personas, que viven instaladas en el primer mundo.

En nuestra sociedad consumista, quien tiene riquezas y dinero, casi todo lo tiene ya, al alcance de su mano, sea cualquier capricho o antojo. Las modas y anuncios de la propaganda mediática, ofrecen atractivos, y persuasivos reclamos, para el gusto y deseo del actual consumidor. No hay barreras y se dan amplias facilidades crediticias para adquirir casi todo.

No obstante lo dicho, se tiene la común experiencia y se constata a menudo, que pese a tantos incentivos y reclamos, en general la gente no es más feliz que la de otras épocas o de otros mundos subdesarrollados.¿Cuál es la causa de esta generalizada frustración?.

Me atrevo a decirlo sin ambages ni rodeos. La gente no es feliz porque no busca ni ha encontrado a Dios, el único capaz de satisfacer las apetencias infinitas de amor y felicidad que alberga el corazón humano.

Los grandes santos y místicos de la Iglesia católica, como un S.Pablo, un S.Agustín, una Sta. Teresa, un S.Juan de la Cruz, etc entre otros muchos, nos han brindado a nosotros, pobres hombres, hambrientos y sedientos de trascendencia, infinito amor y felicidad, su propia vida y experiencia. La dejaron plasmada en pocas palabras como estas:”Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.”Dios mío y todas las cosas”,”Quien a Dios tiene, nada le falta”.” Y descansé, estando ya mi casa sosegada”.

Creo que no hay que darle más vueltas. O buscamos a Dios para que él nos llene de su paz y felicidad o nos quedaremos con la mayor carencia de la vida. Vivir sin Dios.