Salve Rociera

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín 

 

 

Pocos cantos marianos-estamos en el mes de Mayo, dedicado a la Señora- me han emocionado más que el escuchar la Salve rociera. Su melodía y su letra penetran cada vez que la escucho, en los entresijos de mi alma, hasta el punto de no poder contener la emoción que me aflora del interior al exterior de mi persona.

Ocasión ha habido de no poder impedir se formase un nudo en mi garganta, una neblina en mis ojos y hasta un acelerón en mi corazón, al cantar esta copla mariana. Bien sé que de gustos no hay nada escrito y que por consiguiente el elogio anterior, no deja de ser una mera impresión personal o emoción subjetiva.

No obstante lo cual, me consta que como a mí, a otras muchas personas, les ha pasado lo mismo, concluyendo que tal canto “tiene duende” y que a casi nadie deja indiferente.

Ahora bien, me permito hacer una reflexión crítica al contenido de dicha copla y que con toda espontaneidad se propaga, sin caer en la cuenta de su inexactitud.

Me refiero concretamente cuando dice “Dios te salve María, del Rocío Señora. Luna, Sol, Norte y Guía y pastora celestial. Dios te salve María, todo el pueblo te adora”….
Los miembros de algunas sectas sostienen y en parte, tienen razón, que “tal afirmación es incorrecta, pues sólo se debe adorar a Dios. Es prueba de la incultura religiosa de un pueblo que ensalza a María como diosa”. No caen en la cuenta que es sólo una expresión hiperbólica del acendrado amor que se tiene a la que, por todos los títulos, es reconocida como Madre de Dios y madre nuestra.

Quizá para evitar polémicas inútiles se podría cambiar la palabra “ADORA” por otra más precisa, sin romper ni la métrica, ni la música de esta singular copla mariana