¿Dios un estorbo?

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín

 

 

Hay una tendencia progresista de arrinconar a Dios de todos los ámbitos de la vida humana. No hay lugar para Dios, para su santa Ley, ni para los valores espirituales y trascendentes que propugna la Iglesia católica. 

Se trata ni más ni menos de que la persona viva, crezca y “se realice” sin referente alguno a Dios. Otro tanto se pretende con la familia, las instituciones, las leyes, la política, la sociedad, la nación, los organismo internacionales(laicismo). Este es el proyecto prioritario de la masonería y de sus adláteres y corifeos..

De un modo oculto y larvado unas veces o descarado y directo otras, los intentos diabólicos no cesan para arrancar del corazón del hombre todo vínculo con la divinidad, de la criatura con su Creador. 

El arrinconar y suplantar a Dios de la vida humana produce un vacío tan grande que nada ni nadie puede llenar. Tal postura conduce, inexorablemente, al ateismo, al nihilismo, al panteísmo, al relativismo y al indiferentismo.

El puesto debido a Dios, principio y fin de todo, autor de la vida y la naturaleza, es ocupado por el hombre. He aquí la raíz de todos los males que nos aquejan como personas y como colectividad. La vida sin Dios es una caos sin sentido. Esta es la suprema y definitiva lección que Juan Pablo II nos dejó en su vida y en su muerte.