Miró de frente a la muerte

Autor: Padre Miguel Rivilla San Martín

 

 

Cuando el tema de la muerte en esta sociedad hedonista y materialista en que vivimos es algo tabú, del que apenas se habla y menos en público, resulta por lo menos insólito y hasta ejemplar, que haya personas que se atrevan a afrontar esta realidad, desde su fe cristiana, con entera naturalidad y sentido previsor de su propio deceso.. Tal fue la carta que una excelente cristiana, casi centenaria, me hizo llegar, meses antes de morir, y cuyo contenido quiero dar a conocer, por si puede servir de ejemplo y testimonio. La transcribo literalmente: "Paso a copiarle, algo que escribí, firmé y conservo para que lo lleven a efecto quienes el Señor disponga que estén a mi lado en la hora de mi fallecimiento. Son caprichos personales . Tengo todo preparado para que puedan cumplirlo fácilmente. Dice así: "Es mi voluntad que vistan mi cadáver con la mortaja que yo he confeccionado. Está en tal mueble, junto con un manto y el calzado correspondiente. Quiero que la caja mortuoria sea de ínfima calidad; que ni en ella, ni en mi sepultura pongan flores, coronas ni adornos de ninguna clase. Que mi nombre no aparezca en lápidas ,recordatorios, esquelas y demás factores de publicidad. Que se silencie el día y hora de mi entierro. Que no se avise a nadie en particular. En cuanto a misas y sufragios por mi alma, lo dejo a voluntad de mis allegados, a los que recomiendo lo hagan en privado y en silencio. No quiero que nadie se sienta obligado a otra cosa. Además de esto, existe documento notarial relativo a lo que poseo -(que a nadie sacará de pobre).¿Receptores?:Las Misiones y algunas pequeñas recompensas a las buenas personas que desde hace años, me prestan sus atenciones y servicios. Creo que es lo que Dios me pide. Sé que es lo que me brota del corazón. Que el buen Dios me acoja en sus manos y por los méritos de su amado Hijo Jesucristo, me conceda la misericordia de aceptarme en su santo Reino". Este testamento de una mujer cristiana, que afronta de este modo su propia muerte, se comenta por sí mismo. Debería hacer meditar a muchos que, a pesar de su misma fe católica, viven apegados a lo material y terreno. Ojalá que su lectura sirva de estímulo y ejemplo a muchos cristianos, que con la ayuda de Dios sean capaces de seguir su ejemplo y prever el paso decisivo de este mundo al más allá.