Mejor dar que recibir
El cuento de la piedra preciosa

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber


En su mensaje para la cuaresma de este año, el Papa Benedicto XVI nos recuerda que es un tiempo para «entrenarnos» espiritualmente mediante la práctica de la limosna. De esa manera podemos crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo.
Hay un breve y bellísimo cuento hindú de un peregrino bueno que después de un día de travesía se quedó a pasar la noche debajo de un árbol en un bosque. Cuando dormía plácidamente, en la más profunda oscuridad, lo despertó alguien que le gritaba violentamente:
-¡La piedra! ¡La piedra!, dame la piedra preciosa, peregrino.
El peregrino se levantó, y le dijo al hombre que le gritaba:
-¿Qué quieres, hermano?
-La piedra que traes escondida. La noche pasada -le dijo el hombre con voz agitada- tuve un sueño en el que se me reveló que si venía aquí esta noche encontraría a un peregrino con una gran piedra preciosa. De ti podría conseguir una gran riqueza. Por ello quiero que me la des y así volverme rico para siempre.
El peregrino tranquilamente buscó en su bolsa y le dio pacíficamente una gran piedra preciosa diciéndole:
-Tranquilízate. Hoy la encontré en un bosque cerca del río. Puedes quedarte con ella y vete en paz.
El desconocido se desconcertó ante la actitud del peregrino, agarró la piedra y se marchó corriendo a su casa. Al llegar, abrió su mano, y no podía creer lo que veía: poseía un enorme diamante. Durante toda la noche no pudo dormir.
A la mañana siguiente, apenas amaneció, volvió corriendo al lugar donde había dejado al peregrino a quien encontró dormido con gran tranquilidad. Lo despertó y le dijo:
-No he podido dormir toda la noche pensando en la paz con que me diste la joya. Ahora comprendo que el tesoro que puedo obtener de ti no es la joya. Dame, por favor, la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de un diamante.

2) Para pensar

El desprenderse de algo ya implica vivir la pobreza, pero si además es para favorecer a alguien, entonces vivimos la caridad con el prójimo.
En ocasiones nos podemos apegar a algunos bienes, como dice el Papa en su mensaje: “Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas, lo afirma Jesús de manera perentoria: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Lc 16,13). La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina”.
Tiene más el que no requiere nada que el que teniendo, siempre está en desasosiego por tener más.

3) Para vivir

Estos días podemos revisar si no podríamos ayudar a nuestros semejantes con algo. Y no necesariamente con algo que nos sobre, sino que ese algo cubra una necesidad de nuestro prójimo.
Además, la Escritura nos enseña que hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Como nos dice el Papa, cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15).
Por eso al dar experimentamos una satisfacción interior y una gran alegría. El Padre celestial recompensa siempre nuestras limosnas con su alegría.