¿Sabemos cuáles son las 7 maravillas del mundo?
San Francisco, un santo “ecologista”

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber

A un grupo de niños de una escuela primaria se les pidió que listaran lo que ellos pensaban que eran las "7 maravillas del Mundo moderno". A pesar de ciertas diferencias, los siguientes fueron los que mas votos recibieron:
1. Las Pirámides de Egipto 2. El Taj Mahal
3. Chichen Itza 4. El Canal de Panamá
5. El Edificio Empire State 6. La Basílica de San Pedro
7. La Gran Muralla China

Mientras contaba los votos, la maestra notó que había una niña que no había terminado de listar sus sugerencias. Así que le preguntó si estaba teniendo problemas con su lista, a lo que la niña respondió: "Si, un poquito. No puedo terminar de decidirme pues hay muchas."
La maestra entonces le dijo: "Bueno, léenos lo que tienes hasta ahora y a lo mejor te podemos ayudar".
La niña comenzó a leer: Yo pienso que las siete maravillas del mundo son:
1. Poder ver... 2. Poder oír...
3. Poder tocar... 4. Poder probar...
5. Poder sentir... 6. Poder reír...
7. Y poder amar.
El salón se silenció totalmente y se admiraron de esa respuesta.
Sucede que las cosas simples y ordinarias y que nosotros tomamos como normales, son sencillamente maravillosas. Las cosas mas preciadas de la vida, no se pueden construir con la mano, ni se pueden comprar con dinero. Están en nuestro corazón para hacernos felices.

2) Para pensar


Este relato está en relación al encuentro que tuvo el Papa Benedicto en la Plaza de la Basílica de Santa María de los Ángeles en Asís hace unas semanas. Y es que San Francisco de Asís supo descubrir la belleza y maravillas del mundo, gracias a su intenso amor a Jesús. Supo amar todo el mundo y por ello se le podría catalogar de “ecologista”.
Por ello el Papa exhortó a los jóvenes a abrir sin medidas ni cálculos el corazón a Cristo para poder así abrirse al amor de Dios.
Recordó que para san Francisco “su conversión se dio cuando estaba en la plenitud de su vitalidad, de sus experiencias, de sus sueños” pues “había pasado 25 años de su vida sin encontrar el sentido de la vida… Francisco era alegre y generoso, gustoso de juegos y cantos, daba vueltas por la ciudad de Asís día y noche con sus amigos, generoso en el gastar en almuerzos”.
El Papa se dirigió a los jóvenes con una pregunta: “¿De cuántos jóvenes hoy en día se podría decir algo similar? ¿Cómo negar que son muchos los jóvenes, y no jóvenes, tentados de seguir de cerca la vida del joven Francisco antes de su conversión? Bajo aquel modo de vivir existía el deseo de felicidad que habita en cada corazón humano. ¿Pero podía ese tipo de vida dar la felicidad verdadera?”
“Francisco ciertamente no la encontró –respondió el Papa-. Vosotros mismos, queridos jóvenes, podéis verificarlo a partir de vuestra experiencia. La verdad es que las cosas finitas pueden dar destellos de felicidad, pero solamente el Infinito puede llenar el corazón”. Y ese es Cristo.
“Sin Dios, el mundo pierde su fundamento y su dirección. No tengáis miedo, queridísimo, en imitar a Francisco. Él supo hacer silencio dentro de sí, poniéndose a la escucha de la Palabra de Dios. Paso tras paso se dejó guiar de la mano hacía el encuentro pleno con Jesús, hasta hacerlo el tesoro y la luz de su vida”.

3) Para vivir


Seguidamente el Papa reflexionó sobre la esencia de la respuesta del joven Francisco y exhortó a los presentes diciendo: “¡Dejémonos encontrar por Cristo! Confiemos en Él, escuchemos su Palabra. En Él no existe solamente un ser humano fascinante: es Dios hecho hombre. Francisco era un verdadero enamorado de Jesús”.
Su Santidad terminó su discurso recordando al Siervo de Dios y predecesor suyo, Juan Pablo II, invitando a los presentes a “abrir las puertas a Cristo, abridlas como lo hizo Francisco, sin miedo, sin cálculos, sin medidas”.