El papel de los abuelos

¿Trato a los ancianos como debo?

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber


Hace unos días el Papa Benedicto XVI hizo referencia al papel importante que tienen los abuelos en la sociedad y en la familia. Para ilustrar su mensaje puede ayudar el siguiente relato.
Un abuelo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de seis años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían que el alimentarse fuera un asunto difícil. La sopa caía de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
"Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos de porcelana, su comida se la servían ahora en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y aunque no se quejaba el abuelo, podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de seis años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?" Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos." Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

2) Para pensar


El Papa mencionaba que los abuelitos deben ser entronizados en el altar de la familia y solicitó para ellos un trascendente servicio, una sagrada misión: "Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser –y son tantas veces– los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar”.
Podemos pensar cómo tratamos a las personas mayores y si les tenemos el cariño y comprensión que se merecen.

3) Para vivir


Cuando se tiene la oportunidad de vivir con personas mayores, no ha de faltar una actitud llena de amor, y de visión sobrenatural. Como dice el Papa: “Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte."
Cuando conviven los abuelos y los nietos, fácilmente se establece un intercambio: los nietos crecen en sabiduría con el riego fecundo de sus mayores, y los abuelos, a su vez, crecen por el corazón, haciéndose juguetones, creativos, ingenuos, espontáneos como los niños.
No olvidemos que todos, si Dios quiere, llegaremos un día a ser ancianos; tratémoslos, pues, como esperemos que nos traten a nosotros.