El Cristo de las preguntas
Cuaresma es tiempo de oración

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1)   Para saber

El consejo del Papa Benedicto XVI para esta cuaresma, de “Contemplar al que traspasaron”, es muy profundo, de ahí podremos tener la conversión que Dios nos pide.

Una amiga lectora llamada Cecilia, hizo favor de enviarme un relato de Mons. Rafael Lizcano, donde se muestra claramente cómo de ver al que traspasaron se inicia una conversión personal.

Sucede que unos jóvenes estaban con un sacerdote y le preguntaron: ¿Qué hacemos, pues no sabemos orar? El sacerdote les respondió sonriente: “Es muy fácil, pueden visitar el Cristo de las preguntas”.

“Pero, ¿cómo hacemos para orar?”, insistió uno de ellos. “Entren, dijo el Sacerdote, lo miran con amor y cada uno le pregunta: ¿Señor qué quieres de mi? Luego, hacen silencio en su corazón y se quedarán sorprendidos con su respuesta”.

Todos se pusieron de acuerdo en hacerle una visita. Entraron a la capilla donde estaba suspendido el Cristo de las preguntas. Cada joven lo envolvió con una mirada silenciosa y cálida. Después de unos minutos fueron saliendo uno a uno, silenciosos y pensativos.

Se reunieron a la entrada de la capilla y de manera espontánea surgió en el grupo la misma pregunta: ¿Qué te dijo el Cristo? Lentamente brotaron las respuestas:

- El primero dijo: Yo me sentía rencoroso y me dijo dulcemente: “Perdona”.

- Y una joven: Yo estaba angustiada y me transmitió su calma.

- Sus heridas me recordaron mi dureza y me invitaron a “suavizarme”.

- Su desnudez me evidenció mi impureza y sentí su llamado a “ser puro”.

- Su corona de espinas me dijo: “No maltrates a mis hermanos con la crítica”.

- De su corazón abierto salió una voz afectuosa que me dijo: “Entra”.

- Sus brazos abiertos me dijeron: “No excluyas a nadie”.

- Sus pies clavados le hablaron a mi debilidad: “Sé firme y persevera en tus compromisos”.

- Yo lo miré a los ojos y él me iluminó el alma y me dijo: “Hazme sentir que soy tu amigo”.

- Al contemplar su generosidad en la cruz, yo mismo me di la respuesta: “No seas tacaño”.

- Agobiado como estoy por la enfermedad y el dolor, Él me dijo: “No te tengas lástima”.

- “Nadie me escucha, Señor”, le dije gritando, y Él me respondió: “Deposita en mí todo tu dolor. Cuenta siempre conmigo”.

- Me siento condenada y criticada por todos, Él me dijo dulcemente: “Tampoco Yo te condeno; no peques mas". 

Estas fueron las respuestas que dio el Cristo de las preguntas. Los jóvenes las recibieron en su corazón y las volvieron vida.  

2) Para pensar

Con la oración nos facilitamos escuchar aquél punto en el que el Señor desea que luchemos esta Cuaresma. En ocasiones puede ser el miedo a que Dios nos pida algo que debemos dejar, y no queremos hacerlo. Pero también le podemos pedir las fuerzas para hacerlo.

Lo que el Señor quiere de nosotros, podemos estar seguros, es para nuestra felicidad. Pensemos si le damos a Dios la oportunidad de hablarnos. 

3) Para vivir

Dediquemos unos momentos al día para ponernos enfrente del Señor crucificado y preguntémosle valientemente qué quiere de nosotros.

No tengamos miedo a sus requerimientos, pues seguramente son los mejores consejos que podemos tener y comenzar, así, una vida mejor.