La historia de la bolsa de papas
Cuaresma es tiempo de perdón

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber


En esta Cuaresma, el Papa Benedicto XVI nos ha sugerido dirigir nuestra mirada a Cristo crucificado. Si miramos hacia Él, descubriremos el amor inmenso de Dios por nosotros. De esa manera, podremos, a su vez, luchar por amar de la misma manera a nuestro prójimo. No olvidemos que Jesús perdonó desde la Cruz a sus mismos verdugos.
La siguiente historia nos puede ayudar a reflexionar al respecto. En una escuela el profesor quería enseñarles a sus alumnos sobre lo negativo que es el resentimiento y había pedido que llevaran varias papas y una bolsa de plástico. En clase se elegía una papa por cada persona a la que se le guardase resentimiento. Escribieron su nombre en ella y la pusieron dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas.
El ejercicio consistía en que durante una semana llevaran a todos lados, sin separarse nunca, esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iría deteriorando con el tiempo.
El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento mostró claramente que es un peso espiritual el que se carga a diario. Además, por poner más atención en la bolsa para no olvidarla, se desatendían cosas que eran más importantes.
Todos tenían papas pudriéndose en su "mochila" sentimental. Los alumnos se dieron cuenta que cuando se le daba demasiada importancia a las promesas no cumplidas se llenaban de resentimiento, aumentaba su stress, no dormían bien y su atención se dispersaba.
Cuando llegó el día de tirar esas papas fue un alivio para todos los alumnos. Así, el perdonar nos libera de un peso muerto y nos llena de paz y calma. Este ejercicio fue una gran metáfora de lo costoso que es mantener a diario el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse.

2) Para pensar


La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. La falta de perdón nos ata a las personas con el resentimiento, nos tiene encadenados. Podríamos descubrir que en el fondo hay orgullo y presunción al creernos mejores que los demás, quienes no “merecen” nuestro perdón.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los verdaderos beneficiados somos nosotros mismos.
No significa que estemos de acuerdo con lo que pasó, ni que lo aprobemos. Perdonar no significa darle la razón a alguien que cometió una falta lastimándonos. El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó y no darle demasiada importancia. A fin de cuentas, es un acto de humildad al no darnos demasiada importancia.
El perdón es una expresión de amor que nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. Cristo nos enseña desde la Cruz a perdonar y disculpar.

3) Para vivir


El perdón será verdadero y sincero si proviene de nuestro amor a Dios. El Papa nos recuerda que Dios quiere nuestro amor. Y una manera de dárselo es perdonando y amando a los demás.
Por ello, además del alivio que supone liberarse de los resentimientos, es un acto de amor a Dios y al prójimo.
Pensemos con quién estamos resentidos o a quienes no podemos perdonar, para que en esta cuaresma, a imitación y por a amor a Cristo, nos liberemos de esa “bolsa de papas”.