¿Sabemos descubrir a Cristo?
Buscar el rostro de Jesús 

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para pensar


Hace algunos días el Papa Benedicto XVI visitó el santuario de la Santa Faz de Manoppello, en Italia. Ahí se venera un icono de la Santo Rostro de Cristo. El Papa, además de agradecer una bienvenida muy alegre y cordial, así como su amistad, invitó a buscar el rostro del Señor: “tratemos de conocer cada vez mejor el rostro del Señor y de encontrar en el rostro del Señor la fuerza de amor y de paz que nos muestra también el camino de nuestra vida”. 
Un relato nos puede ayudar a comprender dónde encontrar ese rostro. Se cuenta que un pintor afamado en reproducir los retratos de sus clientes, los hacía perfectos, incluso los reproducía con todos sus defectos. 
Una noche soñó que nuestro Señor le pedía que pintara su retrato. El artista se disculpó diciendo que no encontraría ningún modelo que igualara su hermosura, pero el Señor le aseguró que si buscaba bien lo encontraría. La mañana siguiente se despertó con mucho entusiasmo dispuesto a encontrar ese rostro. Primero busco en su ciudad, pero no encontraba ninguno digno: “Este tiene la nariz muy larga”, “este otro, su piel es arrugada”, “sino fuera por su boca demasiado grande, podría ser”. Puesto que no encontró buscó en otras ciudades, pero sucedía lo mismo, todos tenían uno u otro defecto. Así que decidió viajar a varios países, pues el Señor le dijo que buscara bien. Pero fue inútil, después de muchos meses tampoco encontró ningún modelo que cumpliera sus expectativas. 
Ya cansado, una noche volvió a soñar al Señor que le preguntaba por qué todavía no pintaba su rostro. El artista le aseguró que había buscado bien pero que había sido inútil. Entonces el Señor le dijo que no había buscado bien su rostro, sino que había estado buscando siempre con malos ojos y por eso solo veía los defectos de los demás. Si se hubiera detenido en sus virtudes sin hacer caso a los defectos, podría haber descubierto a Cristo, pues cada rostro tiene la belleza de Cristo. El artista se levantó esa mañana y, efectivamente, fue pintando en el lienzo las diversas virtudes que iba descubriendo, resultando un hermoso cuadro del rostro de Cristo.

2) Para pensar


El Papa nos trae a la mente el salmo 23, que nos dice quiénes son los que encuentran el rostro de Dios: los que tienen "manos inocentes y puro corazón", los que no dicen mentiras ni juran contra el prójimo en falso (cf. vv. 3-4). "Manos inocentes" quiere decir existencias iluminadas por la verdad del amor, que vence a la indiferencia, la duda, la mentira y el egoísmo. Y un corazón puro significa un corazón arrebatado por la belleza divina, como dice santa Teresa de Lisieux en su oración a la Santa Faz; un corazón que lleve impresa la faz de Cristo.
¿Quiénes lo han logrado? El Papa nos responde: los santos sí han sabido reconocer y amar el rostro de Cristo en sus hermanos, especialmente en los más pobres y necesitados, y eso gracias a que han sabido amarlo antes en la contemplación de su oración.

3) Para vivir

Se precisa, pues, procurar tener al día un momento para hablar con el Señor, de oración, para después poderlo seguir contemplándolo en los demás. Y así, viviremos atraídos y transformados por el resplandor de su rostro.
Buscar el rostro de Jesús debe ser el anhelo de todos los cristianos, nos señala el Papa. Si perseveramos en la búsqueda del rostro del Señor, al final de nuestra peregrinación terrena será él, Jesús, nuestro gozo eterno, nuestra recompensa y gloria para siempre: 
El Papa terminó su visita al santuario impartiendo una bendición que dirigió a todos: “Que la Virgen, en cuyo rostro, más que en cualquier otra criatura, se ven los rasgos del Verbo encarnado, vele sobre las familias y las parroquias, sobre las ciudades y las naciones del mundo entero... El Señor os bendiga y os guarde; ilumine su rostro sobre vosotros y os sea propicio; el Señor os muestre su rostro y os conceda la paz" (cf. Nm 6, 24-26).