Quien cree no está nunca solo
Creer es amar y sabernos amados

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

Más de 250.000 personas se congregaron en la explanada de Islinger Feld, Alemania, -algunas habían pasado allí la noche- para mostrar su cariño al Papa que en esta ciudad fue catedrático y vicerrector de la Universidad. 


Benedicto XVI estaba muy emocionado ante el entusiasmo de los presentes. Les habló de cómo vencer el miedo a tantos males del mundo. La fe no es algo que produce miedo, sino todo lo contrario; es fuente de la auténtica felicidad, pues «quien cree no está nunca solo», afirmó Benedicto XVI. Un relato nos puede ayudar a reflexionar esas palabras del Papa.


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre y una silla a su lado. "Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre. "Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted. Cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo". "Oh sí, la silla", dijo el hombre enfermo, “¿le importa cerrar la puerta?" El sacerdote sorprendido la cerró. "Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae..., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo pues él nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes". Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo". "Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces". Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos." El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia. Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó: "¿Falleció en paz?" "Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que pueda significar esto?" El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".


El Papa nos invita a crecer en la fe: «Creer es sencillo», indicó, pero creemos “en ese Dios que entra en relación con nosotros, seres humanos, que es para nosotros origen y futuro. De este modo, la fe es al mismo tiempo esperanza, es la certeza de que tenemos un futuro y que no caeremos en el vacío. Y la fe es amor, porque el amor de Dios quiere contagiarnos”. El Credo, aclaró, no es solo una teoría, es el encuentro entre Dios y el hombre. Por eso afirmó: «quien cree no está nunca solo», aclarando el sentido del lema de su cuarto viaje apostólico internacional. 


«Con esta fe no tenemos necesidad de escondernos, no tenemos que tener miedo de encontrarnos con ella en un callejón sin salida. ¡Estamos contentos de poder conocer a Dios! Y tratamos de demostrar también a los demás la racionalidad de la fe».