Voz del Papa.
Muere un prócer casi desconocido

Autor: Padre José Martínez Colín  

 

1) Para saber 

Es un sentir común la necesidad que hay de ser justos y de vivir la caridad. Pero, ¿de dónde proviene la caridad? ¿cómo conseguirla? El Papa Benedicto XVI nos da la respuesta: “La caridad es amor recibido y ofrecido. Es «gracia» (cháris). Su origen es el amor que brota del Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo. Es amor que desde el Hijo desciende sobre nosotros” (Caridad en la Verdad, n.5).

El origen de la caridad es, pues, Dios mismo. Resulta coherente pues todo bien proviene de Dios. Pero además, nos damos cuenta que viniendo de Dios, habrá que acudir a Él para que nos la conceda. Dios la otorga gratuitamente, y es conveniente pedírsela, como Él mismo nos lo aconseja “Pedid y se os dará”.

El Papa nos señala en su carta que al haber recibido la caridad, nos hacemos a la vez “instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad”. Hemos de ser portadores del amor hacia los demás. Este ideal ha movido a muchos hombres para solucionar sus necesidades. Un ejemplo a continuación. 

2) Para pensar 

Como bien apuntaba un comentarista, fue triste saber que murió recientemente un gran hombre que hizo mucho bien a la humanidad, pero más triste fue que haya pasado virtualmente inadvertida en México y que fuera casi un desconocido para la mayoría.

Se trata de Norman Ernest Borlaug, de familia noruega que nació en Iowa, Estados Unidos en 1914. Trabajó desde muy joven para pagarse los estudios universitarios. En 1944 se unió a un proyecto para combatir el hambre en México, donde vivió 63 de sus 95 años.

En México produjo variedades enanas de trigo más resistentes y productivas que las tradicionales. Con ellas las cosechas mexicanas de trigo aumentaron seis veces en volumen. En los años sesenta introdujo las semillas mexicanas en la India y Paquistán haciendo frente a una grave crisis alimenticia. China también copió las técnicas del doctor Borlaug y así pudo vencer la gran hambre que estaban padeciendo millones.

Se le atribuye al doctor Borlaug haber evitado la muerte de la increíble cantidad de… ¡mil millones de personas!, la mayoría niños. Por eso se le otorgó el Premio Nobel de la Paz, pues como dijo un comunicado del Comité del Nobel: “Hemos tomado esta decisión con la esperanza de que dar pan también traerá la paz al mundo”.

Un ejemplo de cómo la caridad es más que ser amable, es un esfuerzo en trabajar para ayudar en sus necesidades a nuestro prójimo creando un mundo más justo. 

3) Para vivir 

Esa caridad que es recibida, a la vez hemos de ofrecerla a los demás. Este es el fin que intenta la Iglesia y que el Papa nos propone: “La doctrina social de la Iglesia responde a esta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es «caritas in veritate in re sociali», anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad”.

No todos tendremos las posibilidades del doctor Norman para ayudar a tantísimas personas, pero cada uno, según sus posibilidades, habrá de plantearse si hace lo que está en su mano para dar esa caridad de Dios. Podemos empezar por pedirle al Señor nos llene de su Amor para poderlo dar.

Por eso decía San Josemaría Escrivá que el apostolado, el afán de atraer a las almas a Dios, es una sobreabundancia de la vida interior, es el amor de Dios que se “desborda” hacia los demás.