Combatir la pobreza, construir la paz
¿La esposa de Dios?

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber

El primer día del año la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Y ese mismo día es la Jornada Mundial de la Paz. Con ese motivo, como es ya tradicional, el Santo Padre dirige un mensaje. Ahora ha escogido como lema: “Combatir la pobreza, construir la paz”.

El Papa nos invita a reflexionar sobre las repercusiones negativas que produce la pobreza y el esfuerzo que hemos de hacer para erradicarla. En un mundo globalizado las soluciones no solo son técnicas, sino que debe implicar una dimensión espiritual y moral, pues todos construimos una sola familia en la que hemos de seguir principios de fraternidad.

Hay que tener en cuenta, señala el Papa, que además de la pobreza económica, existe la pobreza inmaterial. Por ejemplo, la pobreza moral, relacional y espiritual. Por eso mismo, no se pueden aplicar supuestas soluciones, si éstas van contra la dignidad de la mujer o de los cónyuges, como es el caso de campañas indignas para reducir la natalidad, pues lejos de resolver el problema lo agravan. También cuando se eliminan a millones de niños no nacidos en contra de la pobreza, lo que se hace en realidad es eliminar a los seres más pobres. El Papa demuestra con datos en su mensaje que en países en donde la población crece, disminuye el porcentaje de la población pobre. La solución estará en vivir la solidaridad y la ayuda, que son actos de amor al prójimo. 

2)   Para pensar 

Se cuenta que había un niño de 10 años que estaba frente a una tienda de zapatos, descalzo, viendo a través de la ventana y temblando de frío.

Una señora se acercó al niño y le dijo: "Mi pequeño amigo, ¿Qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?"

“Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”. Fue la respuesta del niño.

La señora lo tomó de la mano y entraron a la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podía darle un recipiente con agua y una toalla.

El empleado le trajo lo que pidió. Ella llevó al niño a la parte trasera de la tienda, le lavó los pies y se los secó. Para entonces el empleado llegó con los calcetines.

La señora le puso un par al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dio al niño.

Le acarició la cabeza y le dijo: "¡No hay duda mi pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!".

Cuando ella daba la vuelta para irse, el niño le agarró la mano y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó:

"¿Es usted la esposa de Dios?" 

3) Para vivir 

No estará en nuestras manos resolver la pobreza mundial, pero si podremos ayudar a disminuirla. Se precisa, según las circunstancias personales de cada uno, acudir a remediar esas carencias que pueden ser económicas, afectivas, culturales, morales, religiosas o espirituales.

En estos días navideños, una querida persona me invitaba a acoger a las personas, especialmente a “los que están solos, enfermos, a los que rechazan por su modo de ser…”. Efectivamente, siempre podremos ser esos “abrigos” para cubrir las necesidades de quienes tenemos alrededor, y así haremos presente a Cristo en la Tierra, como lo hizo la Santísima Virgen al mostrarnos a su Hijo.