En el 80 Aniversario del Opus Dei.

Aprender de los santos
Autor: Padre José Martínez Colín
 
 
1) Para saber


El próximo dos de octubre será el 80 aniversario de haberse fundado el Opus Dei. Ese día, en que la Iglesia dedica a venerar a los santos Ángeles Custodios, San Josemaría Escrivá de Balaguer recibió el encargo divino de anunciar la llamada universal a la santidad en medio de las ocupaciones ordinarias.
Esto implicaba no solo anunciar ese mensaje, sino hacerlo vida en su propia persona. Lo cual, no sin dificultad, luchó durante toda su vida. El Santo Padre Juan Pablo II canonizó a San Josemaría el seis de octubre de 2002. Ese día el Santo Padre le denominó como el “Santo de lo ordinario”, pues predicó una doctrina para alcanzar a Dios en cualquier actividad honesta: las labores de la casa, el trabajo en al oficina o la fábrica, en el estudio, etc. Todas pueden, y deben, estar dirigidas para dar gloria a Dios.

2) Para pensar

Con motivo de este aniversario, podemos recordar como ejemplo de su talante humano y espiritual un sucedido que tuvo después de la guerra civil española. Como recordamos, fue una guerra fraterna muy despiadada y cruenta. Hubo grandes pérdidas humanas, más de 300,000 personas muertas, algunos obispos y sacerdotes. En algunos aún permaneció durante algún tiempo el odio y rencor contra los contrarios. Incluso contra la Iglesia y los sacerdotes. Algunos buscaban cierta venganza para descargar sus odios. En cambio, lo que aconsejaba siempre San Josemaría era perdonar y olvidar. Eso explica lo acontecido a este santo.
Habían pasado algunos meses del fin de la guerra y San Josemaría, que tenía ya 13 años de sacerdote, tomó un taxi en Madrid. Y como era su costumbre, comenzó a charlar con el conductor, a hablarle de Dios, de la santificación del trabajo y de la convivencia, y de olvidar la desgracia por la que había pasado España. El taxista le escuchaba y no decía nada. Cuando llegó a su destino y se bajó San Josemaría, el chofer le preguntó: “Oiga, ¿dónde estaba usted durante el tiempo de la guerra?”. Le contestó: “En Madrid”. Y el taxista le replicó: “¡Lástima que no lo hayan matado!”.
San Josemaría no le respondió ni una palabra, ni hizo el más leve gesto de indignación. Antes al contrario, con mucha paz, tomó el dinero para pagarle. Luego le preguntó al taxista: “¿Tiene usted hijos?”. El taxista afirmó con su cabeza. Entonces San Josemaría además de pagarle lo justo por la dejada le añadió una muy buena propina diciéndole: “Tome, para que compre algunos dulces a su mujer y a sus hijos”.

c) Para vivir

La lucha por perdonar no solo era de palabra por este santo, sino que supo vivirlo en todo momento.
San Josemaría nos recomienda, en su libro Camino, algunos puntos de su misma lucha interior: “Se han desatado las lenguas y has sufrido desaires que te han herido más porque no los esperabas. Tu reacción sobrenatural debe ser perdonar –y aun pedir perdón– y aprovechar la experiencia para despegarte de las criaturas” (n. 689). Y poco más adelante escribe: “Cuando venga el sufrimiento, el desprecio..., la Cruz, has de considerar: ¿qué es esto para lo que yo merezco?” (n. 690).
Son frutos de su humildad y caridad que luchó por vivirlas, incluso en situaciones heroicas. Fomentemos también por vivirlas con la gracia de Dios que nunca nos faltará.