El Papa se despide en Australia
Con la fuerza del Espíritu Santo

Autor: Padre José Martínez Colín
 
 
1) Para saber 

Al finalizar la XXIII Jornada Mundial de la Juventud 2008, en la Santa Misa que celebró el Papa Benedicto XVI en Australia pronunció una enriquecedora homilía. Glosó el lema escogido: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos” (Hechos 1, 8).

Decía el Papa que “por la fuerza de este Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En cada época y en cada lengua, la Iglesia continúa proclamando en todo el mundo las maravillas de Dios e invita a todas las naciones y pueblos a la fe, a la esperanza y a la vida nueva en Cristo”. 

El Papa, como sucesor de San Pedro, nos invita a abrir el corazón al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones: “En efecto, el Espíritu Santo desciende nuevamente en cada Misa, invocado en la plegaria solemne de la Iglesia, no sólo para transformar nuestros dones del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino también para transformar nuestras vidas, para hacer de nosotros, con su fuerza, «un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo»”. 

2) Para pensar 

Podríamos comparar la acción del Espíritu Santo como sucede con el niño que está aprendiendo a escribir. Su mamá, para enseñarle, toma su mano, y la guía para que escriba sus primeros trazos. En nuestra vida espiritual el Espíritu Santo guía nuestro andar para alcanzar la meta espiritual que Jesucristo nos señala: la santidad. Una meta alta, pero con una ayuda mayor.

Por eso al Espíritu Santo se le suele denominar como el Maestro, pues Él nos enseña y dirige hacia Dios. Además de impulsarnos e iluminarnos, Él mismo nos conduce “de la mano”.

Sin embargo, dice el Papa, esta fuerza del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don: “El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo… Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia”.

Jesús está siempre presente en nuestros corazones, esperando serenamente que nos dispongamos en el silencio junto a Él para sentir su voz, permanecer en su amor y recibir «la fuerza que proviene de lo alto», una fuerza que nos permite ser sal y luz para nuestro mundo. 

c) Para vivir

Así como mediante Internet o teléfono nos alegramos al saber los mensajes que nos envían de lejos nuestros seres queridos, de modo semejante, en el ámbito espiritual, los Dones del Espíritu Santo nos ayudan a saber las inspiraciones del Espíritu Divino. Pero además nos dan la fuerza para hacer nuestras obras. Los Dones nos “mueven” para hacer obras dignas de un hijo de Dios.

Siguiendo con el ejemplo del niño, podemos concluir que el aprendizaje será más fácil y rápido si ese niño está atento a las indicaciones y no opone resistencia. Nosotros, de igual manera, hemos de saber escuchar sus inspiraciones, dispongámonos mejor para escucharlo durante nuestra oración.