¿Que es la Santa misa.?

Vivir mejor la Semana Santa

Autor: Padre José Martínez Colín

 

 

1) Para saber

        Este tiempo de cuaresma nos va encaminando a celebrar la fiesta de la Resurrección de Jesucristo, en donde se manifiesta su triunfo sobre la muerte. Esa victoria la obtuvo Cristo al entregarse en sacrificio por todos los hombres y en la Cruz consumó su entrega plena a la voluntad del Padre. Basta  considerar hoy un aspecto de su Pasión para darnos un poco cuenta del sacrificio: la flagelación. Según la ley de los judíos, a un reo no se le podían dar más de cuarenta azotes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los que flagelaron al Señor no eran judíos, sino romanos, y que entre estos últimos no había ningún tipo de límites en el tormento; dependía el número de latigazos del antojo del juez y de los mismos verdugos. Las correas que empleaban los romanos solían terminar en trozos de huesos, en bolas de plomo o como anzuelos de modo que el flagelo desgarraba la carne hasta dejar destrozada a la víctima. A veces morían los que padecían este castigo, y no pocos quedaban inútiles de por vida. Un historiador judío del siglo I, cuenta cómo se mandó azotar una vez a un esclavo, y se hizo hasta que se le vieron los huesos. El Evangelio nos relata que Poncio Pilato, “después de haberlo hecho azotar, le entregó en sus manos para que fuera crucificado” (Mt 27,26).

2) Para pensar

        Se podría preguntar qué relación tiene el sacrificio de Cristo con la Eucaristía. Hay muchísima relación. De hecho, el sacramento de la Eucaristía recibe además del nombre de “Santa Misa”, recibe el de “Santo Sacrificio”, pues como nos dice el Papa Juan Pablo II: Jesús, en la última cena, “no afirmó solamente que lo que les daba de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que manifestó su valor sacrificial, haciendo presente de modo sacramental su sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más tarde, para la salvación de todos” (La Iglesia vive de la Eucaristía, n.12>.       

        El asistir a la Santa Misa nos trae grandes beneficios en nuestra vida. Sin embargo, si no prestamos la atención debida o no sabemos hasta cierto punto en qué consiste, se puede caer en el peligro de no darle la debida importancia y caer en cierta rutina sin darnos cuenta del acontecimiento tan grande que está sucediendo en ese momento.      

        La Santa Misa es algo muy serio, en ella Cristo mismo es quien se está sacrificando por todos y cada uno de nosotros. La Santa Misa es un sacrificio verdadero y propiciatorio. El que sea propiciatorio significa que se ha hecho para obtener de Dios el perdón de los pecados. Esto lo conocemos reflejado en las palabras que pronunció nuestro Señor Jesucristo al instituir el Sacramento de la Eucaristía. San Mateo, que estaba presente en la Última Cena, recogió las palabras de Cristo: “Y tomando el cáliz, dio gracias y se lo dio diciendo: «Bebed todos de él, pues ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos para remisión de los pecados»” (Mt 26, 27-28).

        Ya Jesús había prometido dar la vida en sacrificio cuando les dijo a los Apóstoles, hablando de sí mismo que: “El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos”. Jesús dio su vida para que todas las personas del mundo de todas las épocas pudieran ser rescatadas del pecado y obtuvieran el perdón de sus pecados.  

        El Papa recuerda la doctrina que de modo admirable se expresó en el Concilio de Trento: En la Misa se ofrece a Dios un sacrificio verdadero y auténtico, y lo que se ofrece es Cristo que se nos da en alimento. El sacrificio de la Misa no es sólo un sacrificio de alabanza y de acción de gracias, ni sólo una mera conmemoración del sacrificio realizado en la Cruz, sino un sacrificio propiciatorio” (cfr. Canon 2 y 3).

3) Para vivir

        Importa que vivamos mejor la Semana Santa participando en la Santa Misa de un modo más intenso: prestando más atención a lo que está sucediendo en ese momento. Nos lo puede facilitar contar con un “misal” donde vengan las oraciones de la misa, y si no podemos obtener uno, habremos de seguir con cuidado las diversas oraciones que se van pronunciando. Importa, pues, cuidar la puntualidad y colocarnos donde no tengamos distracciones para poder participar plenamente de la Santa Misa.