El ateísmo no es nuestro problema

Autor: José L. Caravias, S.J.

    

 

Hay personas que piensan que la idolatría es un problema de tiempos remotos. Se dice que el problema grave de los tiempos actuales es el del ateísmo: hoy en día se trata no de optar entre este o aquel dios, sino, mucho más radicalmente, de saber si Dios existe o no existe. 


Quizás ése será asunto del primer mundo. Pero en Latinoamérica ciertamente ése no es el problema fundamental. 


Además, antes de poder afirmar la existencia o la inexistencia de Dios, hemos de saber de alguna forma de qué Dios se trata. Hasta existen personas que se profesan no creyentes, y realmente son no creyentes, pero en esas especies de espantájos que les habían querido hacer pasar por dioses, como el dios-policía, el dios-tapaagujeros o el dios-mecanismo de relojería. El que considera a Dios como algo denigrante u opresor, tiene toda la razón en rechazarlo. Preguntar a alguien si cree o no cree en Dios puede fácilmente llevar a un juego equívoco, ya que la palabra "dios" es terriblemente ambigua. Hasta es posible que cuando dos personas discuten sobre Dios realmente no estén discutiendo sobre la misma cosa.


Ciertamente hay muchísimas ideas sobre Dios. Aun los que lo niegan, tienen que tener una idea de qué es lo que niegan. Pues bien, la Biblia no es sino el proceso de descubrimiento del rostro verdadero de Dios, pero para ello la pedagogía que usa generalmente es ir aclarando qué no es Dios. Va poco a poco desenmascarando los rostros falsos de Dios, las ideas falsas sobre Dios: los ídolos.


Según el mensaje bíblico, el reconocimiento de Dios es, fundamentalmente, la negación de los ídolos. Lo opuesto a la fe en Dios no es el ateísmo, sino la idolatría. Por eso la guerra contra la idolatría es el tema principal que recorre el Antiguo Testamento y está también siempre de telón de fondo en el Nuevo. ¿Por qué será esta insistencia tan grande? No olvidemos que la Biblia es el mensaje de Dios para todos los tiempos. Este tema no puede ser propio solamente de épocas pasadas, incultas y supersticiosas. 


También actualmente se inventan ideologías, fetiches e ídolos. También ahora existen sistemas de opresión que para mantenerse en el poder producen ídolos justificadores, a los que diariamente se ofrecen multitud de víctimas. Por ello afirmamos que en un mundo oprimido como es el latinoamericano la evangelización debe enfrentarse fundamentalmente con la idolatría y no tanto con el ateísmo.


El pueblo necesita cada vez más una teología que apoye su lucha de liberación. El enfrentamiento político se abre al enfrentamiento teológico. La teología se convierte en un nuevo terreno de lucha. La praxis de liberación necesita más que nunca una teología de liberación. Los pobres ya no luchan solamente contra las clases opresoras y sus mecanismos de explotación; sino también contra todo ese mundo de fetiches, ídolos y toda clase de doctrinas y poderes espiritualistas opresores. En este contexto la búsqueda y proclamación del Dios de Jesucristo, que para el sistema capitalista es la afirmación de un ateísmo subversivo e irracional, para los cristianos es la afirmación de una práctica antiidolátrica. No se puede hoy buscar al Dios de Jesús sin enfrentarse directamente con los ídolos y fetiches del sistema dominante. Una vez más el Dios de Jesús está en lucha contra los dioses falsos, esta vez en este mundo asentado en el olimpo del capitalismo o del marxismo. 


El mensaje bíblico sobre la idolatría es esencialmente un mensaje de liberación y de esperanza en momentos de crisis, de exilio, y de opresión del pueblo de Israel y de las primeras comunidades cristianas. Nuestra situación histórica es en muchos puntos diferente, pero en el fondo la situación humana y el mensaje es el mismo.