La Resurrección

Autora: Josefina F. Jiménez Laguna

 

 

El sábado santo asistimos a un nuevo nacimiento en nuestro interior,  un nuevo bautismo, recibimos la luz de la fe y volvemos a tomar fuerzas para vivir nuestra vida mortal con el empuje de la amistad de  Dios y el hombre.

Sin embargo la vida transcurre a veces sin reconocer  los encuentros con el resucitado, nos pasa como a Maria y lo confundimos con el hortelano (Juan 20 (11-18))

En nuestra existencia tan agitada no tenemos tiempo para ir en busca de Jesús, estar con él, mirarlo y que nos mire, decirle ¡Rabboni!, las palabras sobran, tiene que transmitirse la fuerza de Dios en el silencio y el reposo, en la paz interior y la caridad.

Entonces podremos gritar

¡HE VISTO AL  SEÑOR!

 

Esto nos incitara a andar el camino contando la historia de Cristo a todos aquellos que no son capaces de verlo, El nos acompaña en nuestro peregrinaje y al fin lo “reconocemos al partir el pan”.

Entonces se nos abrirán los ojos y nos preguntaremos como no ardía nuestro corazón a veces y tendremos la necesidad de clamar al viento nuestra felicidad, el encuentro con el resucitado.

No necesitemos meter los dedos en las llagas como Tomas, para cerciorarnos de la realidad  de la resurrección, sin ella la esperanza del hombre seria nula y la venida del Mesías no habría servido de nada, su muerte seria una simple anécdota y una historia mas de las sagradas escrituras.

Es verdad que solo la fe nos ayudara a comprender este gran misterio, la razón por si sola es incapaz de comprender lo que al raciocinio humano se le escapa.

Y es que Dios esta en otra dimensión, es dueño del tiempo y del espacio es Señor de todo y como tal no podemos palpar su existencia, solo abandonarnos en la convicción, encontrando en ella la paz y la serenidad, la felicidad infinita no es cosa de unos pocos, puede ser de todos, solo es preciso dejarse llevar por la incógnita, lo desconocido.

Cuando estemos preparados tendremos la certeza de la resurrección y precisaremos ir por el mundo para publicar nuestra experiencia de fe.

“ID AL MUNDO ENTERO A PROCLAMAR EL EVANGELIO A TODA LA CREACIÓN.”(Marcos 16(9-15)).

De lo contrario podemos caer en la incredulidad y dureza de corazón, en la indiferencia total, no creyendo en la venda del Hijo de Dios, anulando nuestra felicidad aquí en la tierra  y por supuesto en la eternidad, seriamos seres viviendo una realidad sin futuro, sin esperanza ni meta, un simple sufrir el día a día sin recompensa, un triste caminar por el mundo, oscuridad ,vacío y soledad.

No pasemos por alto este gran beneficio regalado y creamos en las escrituras, en Jesús como Mesías e hijo de Dios venido a salvarnos para que creyendo tengamos vida en su nombre.