¿Donde está muerte tu victoria?

Autora: Josefina F. Jiménez Laguna

 

 

El hecho de nacer es de alegría entre parientes y amigos, sin embargo es un paso fisiológico, al cabo de nueve meses de gestación, tendrá lugar un alumbramiento y el hasta entonces feto se convertirá en un ser vivo llamado bebé.

Si aceptamos este principio, ¿por qué no aceptamos la degeneración progresiva de las células y posterior muerte?.

La enfermedad es una maldición y nos rebelamos contra la vejez por sus limitaciones. Los sinsabores de la vida son males inevitables, buscamos fama y poder durante una existencia vacía, no le vemos explicación a la vida con sus sufrimientos.

La muerte es el fin de un periodo de dolor, luchas, fracasos...,es un trauma sin compresión para los familiares y conocidos ¡ con lo bueno que era!, pasado un tiempo nadie se acuerda de esa persona ¡ y era muy querida!.

Vista bajo este aspecto mundano, la vida y la muerte es horrorosa, pero bajo el aspecto de la fe es una vivencia milagrosa y hermosa.

Un ser humano nace de la unión por amor de dos seres, camina por el sendero de luz y oscuridad, de alegrías y tristezas, para purificarse y ganarse una existencia eterna junto al Padre, la muerte ¡esa gran desconocida!, es el verdadero nacimiento, se muere al mal, a la sin razón y al dolor, se nace a la eterna felicidad, al bien supremo.

La muerte es como el graduado de honor de un estudiante al terminar sus estudios.

Es meta, fin y termino, no es triste ni es una derrota, ¡es una victoria!.

Solo con una fe poderosa se puede vivir feliz en el mundo, en medio de la desgracia, del deshonor, de la incomprensión, del desamor, hay que pensar en el amor del Padre y nos dará serenidad y paz.

Hace poco un amigo mío murió de una terrible, larga y dolorosa enfermedad, lo hizo en paz, sin un gemido, sin una queja, hasta el último día tuvo su sonrisa y alegría, postrado en cama durante varios años, con el cuidado de su familia, daba placer visitar ese hogar cargado de paz y amor.

En la muerte no hubo lagrimas, el pesar de la pérdida física era enorme, pero se superaba con la certeza de una felicidad eterna, de haber contribuido con el plan de dios y la esperanza de encontrase en una vida futura mas limpia y pura.