Demonios interiores

Autora: Josefina F. Jiménez Laguna

 

 

¡Que bonito es el cielo!,¿cómo lo hiciste?, pensándolo bien ¡qué me importa!, lo importante es que pensabas en mí cuando el mundo fue hecho y era para mi felicidad, pero.... no contabas con lo demonios interiores del hombre, el egoísmo, la avaricia, el odio, el poder....

Creaste el universo para el hombre en él tendría de todo para ser feliz, pero unos hemos acaparado algo de  los otros y ahora no es suficiente para todos, mientras que algunos vivimos como reyes hay países en los que falta de todo.

El poder es ansiado por los seres   y no se limitan a pequeñas cosas, desean superar siempre al resto, ¿qué tendrá el poder?, quien lo prueba no lo suelta, no les importan las vidas, ni los derechos humanos, ni la libertad, nada les detiene en su camino de grandezas y dominio.

Así el mundo se destroza odiando unos a otros y surgen guerras, discusiones, peleas. La violencia todo lo invade, los únicos valores aceptados es el dinero y la posición social, el pisotear al débil y aplastar al humilde, nos hemos hecho dioses a nosotros mismos, pero dioses de barro con una capa brillante por fuera y podredumbre debajo.

Olvidando el pasado y las enseñanzas  de nuestros mayores, no les damos valor a las tablas de la ley de Moisés,¿para que? ¡eso esta anticuado!.

La vieja serpiente  dio a Eva la manzana, sigue arrastrándose llevando consigo todo lo que puede, el mal no descansa, no tiene vacaciones, lo peor es la perdida de  la paz por donde pasa, la alegría y la felicidad huyen a su vista, pues lo que de momento parece tan apetecible es solo la copa de veneno dulce que se torna amarga al tragarla, hierve en la sangre y quema el corazón. 

Los hombres se afanan por ganar todo el oro del mundo pero al final como dice el evangelio pierden su alma.

La humanidad se enfrenta cada día sin que a nadie se le ocurra apaciguarla, buscar un medio de convivencia pacifica e igualitaria, todos somos humanos, y no los hay pobres y ricos, sino hombres, todos somos hijos del mismo Padre y éste no hace distinciones, tampoco nosotros podemos hacerlas y menos menospreciándolos.

Esos demonios interiores tienen la culpa, esas manzanas podridas que lucen ante nosotros, pero solo tienen gusanos por dentro son la causa de  la maldad del mundo.