Viaje de Benedicto XVI a Polonia

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

Desde Pablo VI, los papas viajan para apacentar la grey que Cristo les encomendara. El primer viaje del Papa Benedicto fue para abrazar a los jóvenes en su tierra natal, Alemania, y el segundo para abrazar al pueblo polaco, el de Juan Pablo II. A mí me parece un acierto extraordinario, que ambos, al salir de Roma, se hayan dirigido, en primer lugar, a su propia
tierra, pues quien no ama su tierra, no es de fiar ni digno de ella.
El Papa en Auswich se ha preguntado sobre el silencio de Dios. Birkenau, al hacerse la misma pregunta, se respondió: ‘ fue más bien la culpable sordera del hombre, la de construirse mundos de elegidos, del nuevo hombre que –necesariamente- es excluyente, jugando con la mezcla explosiva de la libertad, libertad para hacer el mal, para ignorar a Dios’.
Cuando un papa se acerca a Polonia, es admirable y obligada su visita a Auswich. En Benedicto XVI emociona aún más por ser hijo del pueblo alemán. A mí también me admira que en esa visita haya dejado la impronta de su personalidad: su amor a la verdad, sin sonrojo por defenderla aunque le critiquen y no sea políticamente correcto. Algunos se empeñan en que hay que seguir condenando al pueblo alemán por los crímenes nazis. ¿No es tan injusto como sería castigar
al país Vasco por ETA? Los pueblos no suelen ser culpables de las salvajadas de algunos de los suyos ni de los delitos de quienes llegan al poder y legalizan lo ilegalizable. Es cierto que los crímenes nazis –se habla de seis millones de judíos masacrados en los campos de exterminio- fueron obra de un grupo de criminales que abusaron de los votos democráticos (otros los secundaron por su propio interés). Tampoco el pueblo ruso es responsable de los crímenes
comunistas, aunque pasaran de cien millones los asesinados. Benedicto XVI lo sabe bien, mejor que los que escriben en cierta prensa. Un amigo mío, que estudió y enseñó en Alemania, siempre me ha contado lo mismo: a muchos los inscribieron forzosos en el ejército de Hitler, y bastantes alemanes perdieron su trabajo por su oposición al régimen, entre ellos, su profesor de Matemáticas; pero yo entiendo que no todo el mundo es un héroe como ese profesor y el Papa
Benedicto XVI, que expuso su vida por huir del Ejército del Tercer Reich.