Las Canonizaciones de Juan Pablo II

Autor: Josefa Romo Garlito

 

 

¿Juan Pablo II ha sido el Papa de la Historia que más santos ha elevado a los alteres. Unos lo critican por ello y a los más, alegra. En la fecundidad de este papado, hay que tener también en cuenta, el interés de este Papa por mostrarnos tantos testigos de los valores del Evangelio que nos puedan servir de modelo. Ha sido posible por el soporte inapreciable de la moderna tecnología ( hoy resultan más fáciles los procesos gracias a la robótica). Ahora, tenemos el mundo en un dedo. El Papa repite: hay que hacer los procesos “antes de que mueran los testigos presenciales”. Yo he sido testigo en un caso, entre más de un centenar de personas. Tuve que ir varios días y sesiones a declarar, y me hicieron muchísimas preguntas, por activa y pasiva, sobre la vida y virtudes del siervo de Dios. Además de las declaraciones, tan exhaustivas, se necesita un milagro con la certificación de varios expertos de que no puede explicarse por causas naturales. Nada tiene que ver esto con un juicio ordinario. Hoy son testigos de la causa de los santos, decenas de ellos, y no una o dos personas como en los juzgados.
El Papa ha canonizado a gente muy diversa: entre otros, desde la esclava negra Josefina Bakita, al sacerdote Josemaría Escrivá; desde Juan XXIII, a Teresa de Calcuta ( a ésta le concedió el privilegio de no esperar los cinco años preceptivos después de la muerte, para iniciar la causa); desde san Pedro Tarrés, médico y sacerdote catalán, a la médico italiana Santa Gianna Beretta, mártir por preferir su muerte a abortar y que asesinaran así a su hija, hoy médico también; desde los mártires de Méjico a causa de su fe perseguida (no a los cristeros, que no resistieron la persecución con la paz y el perdón sino que tomaron las armas), a bastantes de los mártires españoles que murieron teñidos de púrpura a causa de su fe en los años 30, y perdonando a sus enemigos ( ninguno de ellos murió en el frente ni tomó parte en la política).
La santidad de Escrivá de Balaguer contó con mucha polémica. Todos los santos sufrieron contradicciones, y San Josemaría las continuó después de marcharse al Cielo; lo más duro: pasó por la “contradicción de los buenos”, como Santa María Micaela, por ejemplo. Pienso que los del Opus deben sentirse orgullosos de él, por su talante alegre a pesar de tantas incomprensiones, y por las obras que ha dejado y que realizan sus hijos para bien especialmente del país en donde se desarrollan: la Clínica Universitaria de Navarra, a la cabeza de Europa en adelantos médicos; su prestigiosa Universidad también en Navarra; el Centro Elis de Roma, de capacitación profesional de obreros; las Obras de promoción de la mujer en África, etc.. No es verdad que en el Opus estén sólo los ricos, que también necesitan evangelización para que sus riquezas no les pierdan y vivan la doctrina social de la Iglesia. A mí me maravilló la vida pobre, caritativa y penitente de una estudiante universitaria del Opus que conocí en Salamanca. Tanto oía yo criticarles, que un día me acerqué a una de sus casas para comprobar si las críticas tenían fundamento, y comprobé con mis ojos que sobre ellos hay mucha ignorancia.