El Rosario, fiesta, devoción y adorno. 

Autor: Josefa Romo Garlito  

 

 

El 7 de octubre fue Nuestra Señora del Rosario, muy celebrada en tantos pueblos y barrios. Hoy se lleva el rosario en los coches y al cuello, en el bolso y en la mano, en la cabecera de la cama…, y coronamos a la Virgen con el rezo de sus avemarías o rosas espirituales. Por esta oración, Dios concede  infinidad de favores y milagros, y la recomendó la Santísima Virgen a Santo Domingo ( 1208), entregándole el Rosario como arma eficaz para su predicación. En todas las apariciones marianas ( Lourdes, Fátima…), la Virgen pide que se rece por la paz y la conversión de los pecadores. Es oportuno rezarlo por los hijos, por la vida y la familia, por los enfermos, por los difuntos…Muchos lo rezan en grupo, por lo que puede considerarse una oración social. Desde San Pío V (s.XVI), los Papas le han dado mucha importancia. Juan XXIII decía que el Rosario es el "Evangelio de los pobres"; Pablo VI, la "Sintesis del Evangelio"; Juan Pablo II, su oración preferida”, y escribió la Carta Apostólica  Rosarium Virginis Mariae”, en la que recuerda que León XIII lo veía como  instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad; Benedicto XVI nos enseña: “si la Eucaristía es para el cristiano el centro de la jornada, el Rosario contribuye de manera privilegiada a dilatar la comunión con Cristo… para irradiar su amor misericordioso”.