El seno materno, santuario de la vida

Autor: Josefa Romo Garlito  

 

 

Vimos, en televisión, el llanto entre alaridos, de algunas personas por las ballenas arponeadas. ¿ Y podremos permanecer insensibles por la suerte de tantos niños abortados? Su muerte injusta y cruel, a muchos nos entristece y arranca lágrimas amargas de una pena profunda y de gran indignación. La Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas de Argentina, ha tenido la valentía de definir el aborto como lo que es: “la muerte provocada de niños antes de su nacimiento”. En este punto, los conocimientos científicos coinciden con la sabiduría popular. El seno de la madre es el santuario de la vida, la casa del niño por nacer, y se profana cuando alguien lo convierte en un lugar de martirio. ¿Hay derecho a torturar al pequeñín y a matarlo? Ante esa acción depravada, se rebela cualquier persona de conciencia recta o con un mínimo de sensibilidad. El aborto provocado envilece. Por eso, sus promotores recurren a eufemismos, como si el cambio forzado de las palabras pudiera producir el cambio de la realidad de las cosas.