La importancia de la Comunión.
Autor: Josefa Romo Garlito  

 

El 1 de mayo, hemos visto, en televisión, el impresionante recibimiento a Benedicto XVI en Turín. En la Iglesia sucede como en los hogares: si se ve que el padre es injustamente cuestionado, los hijos se unen incrementándose el cariño al cabeza de familia. Una cosa me ha llamado la atención en la Santa Misa de la plaza de Turín: el recogimiento prolongado del Santo Padre después de la Comunión. El Papa es Maestro y Pastor, y, con su ejemplo, es como mejor nos enseña el camino. Creo que debemos tener ese reposo eucarístico (ese estarse con el Señor) cuando nuestro pecho se hace sagrario vivo tras recibir la Sagrada Comunión. El momento de la Comunión es el más apropiado para adorar, para agradecer, para alabar al Señor, para contemplar y amar, para pedir por los nuestros, por el mundo… Qué bonita esta oración: “Alma de Cristo, santifícame, Cuerpo de Cristo, sálvame…” En mayo y junio, muchos niños hacen su Primera Comunión. ¿Se les enseña, seriamente, con qué delicadeza y cariño debemos comportarnos siempre con Jesús después de comulgar?