Los ateos y la existencia del mal.
Autor: Josefa Romo Garlito 



¿Qué les impide a algunos creer en Dios? Hay que distinguir entre ateos teóricos y ateos prácticos. Ateos teóricos son muy pocos. Ya San Juan evangelista decía: “Vanos son los hombres que no conocen a Dios”. A Dios no se le ve; pero se le palpa en sus obras. No son pocos los que tienen experiencia personal de Dios, que, aunque tan grande que no cabe en el Universo, se revela a los pequeños, a los que le buscan con sinceridad. Hay también quienes se avergüenzan de su fe y la esconden. A éstos se les puede aplicar estas palabras del Evangelio: "Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles" (Marcos 8:38). Ateos prácticos son esos que viven como si Dios no existiera, apartados de Él y sus caminos porque están atrapados por la adicción al sexo o por la codicia de lo ajeno y viven para sí y la materia. Hay quienes dudan de Dios porque existe el mal; pero el mal es de responsabilidad humana. El genio de la Física, Albert Einstein, respondió a un profesor suyo en la Universidad: “Dios no creó el mal…El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos. Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz”.