Misa de las familias en Madrid.
Autor: Josefa Romo Garlito 


El 27 de diciembre, como ya es tradicional, la iglesia madrileña celebró una misa con cientos de miles de fieles en la Plaza pública. Llegaron de toda España y del extranjero, pese al frío. Impresionante la participación de obispos, sacerdotes y de fieles laicos de España y del extranjero. Emocionaron las palabras de Rouco Varela: “"Sin vosotras, Europa se quedaría sin el futuro del amor, conocido y ejercitado gratuitamente; se quedaría sin la riqueza de la experiencia del ser amado por lo que se es y no por lo que se tiene. El futuro de Europa, su futuro moral, espiritual e, incluso, biológico, pasa por la familia realizada en su primordial y plena verdad. `El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!". Hubo aplausos tras al repetir, el Cardenal de Madrid, las palabras del Venerable Juan Pablo II : "nunca se puede legitimar la muerte de un inocente" porque "se minaría el mismo fundamento de la sociedad ".

Una amiga mía esperó en la calle desde las 7 de la mañana hasta las 8, con un frío helador de 3º bajo cero, para ver si se producía una baja en uno de los autobuses que partirían de Valladolid a Madrid. ¿Por qué tanto interés? ¿Hay algo en esta vida más importante que la familia? Es cuna de la vida, libro de los niños, escuela del amor, seguridad de sus miembros, fragua de la personalidad, descanso y alivio de los enfermos, sostén de los parados, la alegría más íntima, la mejor protección de los jóvenes y ancianos, la institución más apreciada... Pero, como a todo lo bueno, le han salido enemigos que la acosan incluso desde altas esferas. Se han establecido leyes que confunden su identidad y olvidan sus derechos y la protección necesaria de la vida. Somos el país de Europa en el que menos ayuda económica reciben las familias, y no se valora a las numerosas, esas que representan la esperanza de una sociedad en declive, que se está muriendo de antinatalidad. A la familia verdadera, la de siempre, la que todos apreciamos, la apodan “tradicional”. Bueno, se le puede decir tradicional en el sentido de que en ella permanece lo esencial, eso “sine qua non” hay familia propiamente dicha: la unión amorosa y estable del hombre y la mujer, abiertos a la vida.