Reflexionando sobre Los Santos Inocentes
Autor: Josefa Romo Garlito 


Desde antiguo señalamos el 28 de diciembre como Día de los Santos Inocentes. Con el analfabetismo religioso reinante en muchos niños ( lo observé, sobre todo, en Cataluña; pero también lo he visto en Castilla), quizá algunos no sepan que los Santos Inocentes son los niños de Belén y sus alrededores que dieron su vida por Cristo cuando Herodes lo buscaba para matarlo, por miedo a que le arrebatara su reino. Aunque el Reino de Cristo no es de este mundo, algunos no saben imaginarlo de otra manera y quizá por eso lo perciben todavía como una amenaza para sus caprichos y arbitrariedades. La figura sencilla y amorosa del Niño Jesús de Belén, nos recuerda que debemos ser pacíficos, justos y bondadosos, que esta vida no es la vida sino la plataforma para la vida eterna buscando un progreso verdadero para todos en todos los órdenes. Por eso, ayer lo crucificaron y hoy quieren borrar su recuerdo retirando el crucifijo de la vista de todos, pese a que encierra un valor religioso tan importante para los cristianos y también para aquellos que, sin serlo, lo identifican con su propia cultura.

El Día de los Santos Inocentes, como dice el Obispo de Burgos, Monseñor Francisco Gil, ahora es también un día para recordar “a los innumerables niños que son abortados antes de nacer”. En algunas diócesis se celebrarán misas de expiación por semejante salvajada. Yo creo que ningún cristiano que se precie, debería dejar pasar el día 28 sin elevar una súplica al Cielo en favor de los niños nonatos que se encuentran en peligro de aborto provocado.