La ley de retirada del crucifijo
Autor: Josefa Romo Garlito 

Mi vida ha sido mi familia y la enseñanza, y jamás he visto que le molestara el crucifijo a un alumno, fuera cristiano o musulmán, judío, agnóstico o ateo. Ahora que por ley lo retiran del aula, quiero señalar sucintamente una serie de motivos por los que veo su despropósito. La Religión Católica tiene gran arraigo en España por tradición, fe y cultura. Guste o no a algunos, la cultura española se asienta en el Cristianismo. Se trata de una ley opresora de nuestra libertad y, por tanto, antidemocrática. Es una imposición sectaria y totalitaria, intolerante e irrespetuosa con la mayoría. La imagen del Crucificado, símbolo de amor, de paz y de nuestra cultura, tiene mucho que decir ante las injusticias. Esa ley vulnera, además, nuestra Constitución ( art. 16.1 y 27) y la Ley Orgánica de Libertad Religiosa que la desarrolla, además de no respetar a los Consejos Escolares, órganos democráticos de representación de la comunidad educativa. Olvida el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas y morales, y ofende los sentimientos de la mayoría de los españoles, además de saltarse a la torera la aconfesionalidad del Estado, que significa neutralidad religiosa para poder velar por la libertad en este campo. Como digo a mis hijos, cabe esperar el recurso de la Oposición ante el Constitucional.